El juicio criminal de Hunter Biden que se desarrolla en Delaware ha ofrecido una ventana íntima y a veces dolorosa sobre la forma en que la adicción a las drogas puede fracturar a una familia, y cómo esas heridas pueden perdurar mucho tiempo después de la recuperación.
Biden, el segundo hijo del presidente, está acusado de hacer declaraciones falsas sobre su abuso de sustancias cuando compró un revólver Colt Cobra .38 en una armería de Wilmington, Delaware, en octubre de 2018. Los fiscales federales dicen que mintió en los documentos del arma cuando afirmó no ser adicto o estar usando drogas ilegales en ese momento de la compra.
Gran parte de la evidencia en el juicio involucra los propios relatos de Biden sobre su descenso a la cocaína crack, que describió en detalle en su libro de 2021, “Beautiful Things”.
Sin embargo, las declaraciones de los actuales y antiguos miembros de la familia del acusado podrían ser igualmente críticas para convencer al jurado de su culpabilidad o inocencia. El testimonio ha enfrentado a ex parejas cuyas vidas fueron desviadas por los hábitos de drogas de Biden contra parientes que lo han apoyado.
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