Al dirigirse a la salida, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, mencionó que su “único arrepentimiento” es no haber revisado el sistema de votación que los canadienses utilizarán para elegir a la próxima mayoría parlamentaria.
“Me hubiera gustado que pudiéramos haber cambiado la forma en que elegimos a nuestros gobiernos en este país para que la gente pudiera simplemente designar una segunda o tercera opción en la misma papeleta”, dijo Trudeau en su declaración de renuncia a principios de esta semana.
Está haciendo referencia al sistema de votación clasificado que ha sido adoptado en dos estados americanos y en algunas jurisdicciones más pequeñas. Bajo ese formato para las elecciones, los candidatos deben obtener una mayoría de los votos emitidos (en lugar de simplemente obtener la mayor cantidad de votos, como en el sistema de mayoría absoluta más utilizado). El candidato con la menor cantidad de votos en la primera ronda de conteo es eliminado y sus votos se redistribuyen entre otros candidatos dependiendo de la segunda opción de esos votantes. El proceso se repite hasta que alguien tenga una mayoría clara.
Trudeau mencionó que un sistema de votación clasificado significa que “los partidos pasarían más tiempo tratando de ser la segunda o tercera opción de la gente, y la gente buscaría cosas en común”.
Se trata de un cambio pequeño pero significativo. Bajo un sistema de mayoría absoluta, los candidatos no tienen ningún incentivo para ser una segunda opción, ya que los votantes solo pueden elegir una opción, incluso si ven esa opción como el menor de dos males, como suele ser el caso. Esto fomenta muchas actitudes negativas como el partidismo extremo que ha llegado a dominar gran parte de la política estadounidense y, aparentemente, también la política canadiense, aunque se espera que sean más educados al respecto. Esto, a su vez, podría estar contribuyendo a la disminución de la satisfacción con la democracia que se observa en la mayoría del mundo en este momento. En Canadá, por ejemplo, Gallup encontró que solo el 52% de la gente estaba satisfecha con la democracia en 2024, frente al 66% hace algunos años.
Un sistema electoral que motive a los candidatos y partidos a hacer un mejor trabajo para atraer al votante promedio podría ayudar a revertir esa tendencia. Su primera opción para el cargo podría perder, pero podría sentirse más satisfecho al ver triunfar a un candidato de segunda o tercera opción, en lugar del proceso de todo o nada que se utiliza más ampliamente ahora.
Como mencionó Trudeau en sus comentarios, como primer ministro no tenía el poder de cambiar unilateralmente el sistema electoral de Canadá. Convencer a los partidos políticos para que apoyen este cambio ha sido un desafío también en Estados Unidos, como lo demuestran las campañas exitosas contra las reformas electorales en varios estados del oeste el año pasado.
Aun así, lo más sorprendente de todo esto es que Trudeau califique la cuestión de la votación por orden de preferencia como su “único arrepentimiento”, cuando parece que debería haber al menos algunos otros. Por ejemplo, el mandato de vacunación para muchos trabajadores canadienses y cualquiera que quisiera cruzar la frontera del país, o la respuesta agresiva a las protestas provocadas por esas políticas, incluida la congelación de las cuentas bancarias de algunos camioneros que protestaban pacíficamente contra las reglas. Probablemente también debería reconsiderar debilitar las protecciones de Canadá a la libertad de expresión.
En comparación con ese historial, el hecho de que Trudeau diga que lamenta no haber podido cambiar el sistema electoral de Canadá suena un poco cínico, como si creyera que habría podido permanecer en el poder si se hubiera utilizado la votación por orden de preferencia, a pesar de cuántos canadienses no le agradan. Pero eso no es del todo correcto. Trudeau ha sido forzado a salir por miembros de su propio partido, no porque haya perdido una elección (el equivalente estadounidense sería el derrocamiento del entonces presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, en 2023).
La votación por orden de preferencia no habría salvado a Trudeau de ser expulsado del poder. Aun así, el primer ministro saliente tiene razón en que ofrecería una mejor forma para que los canadienses indiquen sus preferencias políticas en las próximas elecciones generales.