La industria musical no ofrece premios de participación, pero si lo hiciera, el dúo australiano Luke “Emperor” Steele y Nick “Lord” Littlemore, también conocidos como Empire of the Sun, merecerían flores. Su trabajo está cargado de tanto esfuerzo de capa ondeante y viajes astrales. La especialidad de la pareja es el pop de nostalgia fabulista: canciones con la menor cantidad de bordes afilados posible, envueltas en una imagen futurista elegante y brillante reminiscente de películas de fantasía de los años 80 como Laberinto. Sus letras rebosan emoción como la de niños en la playa desenterrando amuletos. Ocho años después del sólido último álbum Two Vines, ese hechizo está en gran parte intacto.
Al igual que sus tres proyectos anteriores, este contiene al menos dos canciones de élite (Changes, Cherry Blossom) intercaladas con pistas de segundo nivel efervescentes pero efímeras (Revolve, Music on the Radio, Ask That God) y canciones suavemente producidas que no llegan a ser éxitos (todo lo demás). Como de costumbre, hay una balada que busca la vibra de la escena penúltima de una comedia romántica, el esmoquin empapado de lágrimas en el baile de graduación, que se ve fatalmente obstaculizado por el efecto vocal de Steele. Sus tonos de algodón de azúcar suenan extrañamente insinceros cuando el ritmo baja. Sin embargo, en su mayoría, Empire of the Sun te hace olvidar toda la artificiosidad que ha ido en la creación de su música y te permite sumergirte felizmente en las emociones que evoca.