The proposed ban by the Australian government is being touted as “world-leading.” James, a 12-year-old Australian boy, shares his frightening experience on Snapchat, where he received violent messages and threats after a disagreement with a friend. His mother, Emma, believes this incident highlights the necessity of the government’s proposed social media ban for children under 16. Prime Minister Anthony Albanese describes the ban as a measure to protect kids from the dangers of social media, covering platforms like X, TikTok, Facebook, and Instagram. However, some experts question the feasibility and potential drawbacks of banning children from accessing social media. The legislation, which will be overseen by the eSafety Commissioner, imposes penalties on tech companies that fail to comply with the ban. Despite the government’s intentions, concerns have been raised about the impact of the ban on mental health and the overall effectiveness of such a measure. Parents and experts alike have varying opinions on the ban, with some advocating for better regulation of tech platforms and increased education on online safety. The ban has faced criticism from academics and bipartisan committees for being too simplistic and potentially harmful to young people’s access to digital environments. En lugar de eso, el comité recomendó que los gigantes tecnológicos enfrenten regulaciones más estrictas.
Para abordar algunas de esas preocupaciones, el gobierno dice que eventualmente introducirá leyes de “deber de cuidado digital”, que harán que sea una obligación legal para las empresas tecnológicas priorizar la seguridad del usuario.
Joanne Orlando, una investigadora en comportamiento digital, argumenta que si bien una prohibición “podría ser parte de una estrategia, absolutamente no puede ser toda la estrategia”.
Ella dice que “la pieza más grande del rompecabezas” debería ser educar a los niños para que piensen críticamente sobre el contenido que ven en sus feeds y cómo usan las redes sociales.
El gobierno ya ha gastado A$6 millones desde 2022 para desarrollar herramientas gratuitas de “alfabetización digital” para intentar hacer precisamente eso. Sin embargo, la investigación sugiere que muchos jóvenes australianos no reciben lecciones regulares.
La Sra. Orlando y otros expertos advierten que también hay obstáculos significativos para hacer que la tecnología de verificación de edad, que es necesaria para hacer cumplir la prohibición, sea efectiva y segura, dadas los “enormes riesgos” asociados con albergar potencialmente los documentos de identificación de cada australiano en línea.
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El gobierno ha dicho que tiene como objetivo resolver ese desafío a través de ensayos de verificación de edad, y espera presentar un informe para mediados del próximo año. Ha prometido que las preocupaciones de privacidad estarán en primer plano, pero ofreció pocos detalles sobre qué tipo de tecnología se probará en realidad.
En su consejo, el Comisionado de eSafety ha planteado la idea de utilizar un servicio de terceros para anonimizar la identificación de un usuario antes de pasarla a cualquier sitio de verificación de edad, para “preservar” su privacidad.
Sin embargo, la Sra. Orlando sigue siendo escéptica. “No puedo pensar en ninguna tecnología que exista en este momento que pueda lograr esto”, le dice a la BBC.
¿Tendrá éxito Australia?
Australia no es ni mucho menos el primer país en intentar restringir cómo los jóvenes acceden a ciertos sitios web o plataformas en línea.
En 2011, Corea del Sur aprobó su “ley de apagado” que impedía a los niños menores de 16 años jugar a juegos en línea entre las 22:30 y las 6:00, pero las reglas, que enfrentaron críticas, fueron posteriormente eliminadas citando la necesidad de “respetar los derechos de los jóvenes”.
Más recientemente, Francia introdujo una legislación que requería que las plataformas de redes sociales bloquearan el acceso a menores de 15 años sin el consentimiento de los padres. La investigación indicó que casi la mitad de los usuarios pudieron eludir la prohibición utilizando una simple VPN.
Una ley en el estado de Utah, EE. UU., que era similar a la de Australia, se encontró con un problema diferente: fue bloqueada por un juez federal que la consideró inconstitucional.
Albanese ha admitido que la propuesta de Australia puede no ser infalible, y si pasa el parlamento, estaría sujeta a una revisión.
“Sabemos que la tecnología avanza rápido. Ningún gobierno podrá proteger a todos los niños de todas las amenazas, pero tenemos que hacer todo lo que podamos”, dijo al anunciar la medida.
Pero para padres como Emma y la Sra. Friedlander, que han abogado por los cambios, es el mensaje que envía la prohibición lo que más importa.
“Durante demasiado tiempo, los padres han tenido esta elección imposible entre ceder y conseguirle a su hijo un dispositivo adictivo o ver a su hijo aislado y sentirse excluido socialmente”, dice la Sra. Friedlander.
“Hemos estado atrapados en una norma de la que nadie quiere formar parte”.
James dice que desde que dejó Snapchat se ha encontrado pasando más tiempo afuera con amigos.
Y espera que las nuevas leyes puedan permitir que más niños como él “salgan y hagan las cosas que aman” en lugar de sentirse presionados a estar en línea.
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