“Hay una especie de ingenuidad en el tema de los depredadores en Francia, una especie de negación”, dijo Sandrine Josso, una legisladora que encabezó una comisión parlamentaria sobre lo que en Francia se conoce como “sumisión química”: drogar a alguien con malas intenciones. Comenzó la comisión después de que, según dice, fue víctima de una droga el año pasado. Un senador está siendo investigado por acusaciones de que le puso éxtasis en su champán.
Josso espera que el proceso de Avignon sirva para llamar la atención sobre el uso de drogas para acosar a las mujeres y también para arrojar luz sobre el amplio perfil de los depredadores. “Podrían ser sus vecinos, sin caer en la paranoia”, afirmó.
El señor Pelicot parecía un típico vecino. Era electricista profesional, empresario y ciclista apasionado. Su hija del medio y única hija, Caroline Darian, su seudónimo, lo describió como un padre cálido y presente en un libro publicado en 2022 sobre el caso, “Y dejé de llamarte papá”. Ella trató de convertir su trauma familiar en acción, formando una asociación sin fines de lucro, “Don’t Put Me to Sleep” (No me pongas a dormir), para dar a conocer los peligros de los delitos facilitados por las drogas.
Su padre, escribió, era quien la llevaba en coche a la escuela, la recogía tarde de las fiestas, la animaba y la consolaba. Su madre era la que llevaba el sustento de la familia y trabajó como directora en una empresa de la zona de París durante 20 años.
La portada del libro, “Y dejé de llamarte papá”, de Caroline Darian.Crédito…por JC Lattès
Cuando ella se jubiló, se mudaron a una casa con un gran jardín y piscina en Mazan, una pequeña ciudad al noreste de Aviñón. La pareja recibía regularmente a sus tres hijos y nietos en vacaciones de verano, amenizadas con cenas tardías en la terraza, donde la familia debatía, organizaba concursos de baile y jugaba al Trivial Pursuit.