Las autoridades españolas han deportado a un nacional checheno que era sospechoso de ser el líder de una célula yihadista que planeaba ataques en España.
German Bagaev fue arrestado en enero en una prisión de Barcelona mientras cumplía una condena por disparar a dos personas en Benidorm en 2018.
Una de las víctimas, que recibió dos disparos, testificó que “se sentiría más seguro si el hombre condenado fuera deportado”.
El testimonio asustado contrastaba con la imagen que Bagaev proyectaba en la corte, donde llegó sonriendo y “amigable”.
Una investigación de los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil reveló que Bagaev presuntamente planeaba adquirir armas y explosivos y reclutar seguidores desde la prisión.
Aunque la investigación descubrió evidencia de radicalización y posibles actividades terroristas, las autoridades no pudieron encontrar pruebas concretas de un ataque inminente.
Comunicaciones interceptadas e incluso un dispositivo de grabación oculto en la celda del sospechoso proporcionaron nueva evidencia de la participación de Bagaev en “actividades terroristas y la indoctrinación de otros reclusos en la prisión de Brians”, según un informe del Ministerio Público.
A pesar de la falta de pruebas físicas, los tribunales españoles consideraron a Bagaev, de 41 años, de Grozny, la capital de Chechenia, una amenaza para la seguridad nacional y ordenaron su deportación.
La decisión se basó en una combinación de factores, incluidas sus condenas anteriores por delitos violentos, su presunta participación en grupos islamistas radicales y sus intentos de reclutar a otros para su causa.
La deportación de Bagaev ha generado preocupaciones sobre la amenaza continua del terrorismo en España.
Aunque las autoridades han frustrado numerosos planes terroristas en los últimos años, el caso destaca los desafíos de prevenir ataques por parte de individuos radicalizados en la cárcel o en línea.
La deportación, que tuvo lugar la semana pasada, incluye una prohibición de diez años para regresar a España.