Despite the legal battles and controversies that surround him, Marinakis remains a powerful figure in Greek and international football. His influence is felt not only through his ownership of multiple clubs, but also through his philanthropy and business ventures.
During our time with him, we witnessed firsthand the complexities of his character – the ruthless businessman and the generous philanthropist, the enigmatic figure who commands loyalty and respect from those around him.
As we left the Georgios Kairaskakis Stadium in the early hours of the morning, I couldn’t help but feel that we had only scratched the surface of Evangelos Marinakis. His story is far from over, and his legacy is still being written.
But as the interview went on, his tone became more serious as he discussed his business ventures and his determination to clear his name in the High Court. Marinakis spoke passionately about his work ethic and his commitment to excellence in everything he does. He shared insights into his creative side, his love for art, and his deep religious beliefs.
As the interview came to a close, I couldn’t help but be impressed by Marinakis’ dedication to his family, his business, and his community. Despite his reputation as a tough businessman, there was a softer side to him that shone through in our conversation. I left his office feeling privileged to have met such a complex and intriguing individual, and eager to see where his ambitious ventures would take him next.
It was a brief encounter, but it gave me a glimpse into the family dynamic of this powerful and enigmatic man. Despite his tough exterior and fierce reputation, there was a softer side to Marinakis that only those closest to him could see.
As I watched him interact with his family and his team, I couldn’t help but feel a sense of admiration for the man behind the headlines. He was a complex figure, driven by passion and ambition, but also deeply rooted in his love for his family and his clubs.
As I left the stadium that night, I couldn’t help but reflect on the interview and the insights I had gained into the world of Evangelos Marinakis. It was a rare opportunity to see beyond the public persona and into the heart of a man who had achieved so much, yet remained humble and grounded in his roots.
Ella sonrió, me dijo que pidiera lo que quisiera, y ella y su hija fueron escoltadas fuera del estadio por más guardias de seguridad.
A mi alrededor, altos funcionarios tenían enormes sonrisas en sus rostros, mientras explicaban que este era uno de los honores más preciados que el Sr. Marinakis podía otorgar: recibir atención especial de la familia interna. Debo haber causado una buena impresión el día anterior, dijeron.
Luego, después de tres horas de espera, me llamaron para verlo. Uno de los media docena o más asesores especiales que pululaban alrededor, me señaló, me dijo que mi presencia era requerida, y me apresuraron al centro y la neblina de humo de cigarro que envolvía la mesa privada del Sr. Marinakis. No el camarógrafo, dijeron, solo yo. Ahora, en todos los sentidos, estaba detrás del telón.
Allí, el Sr. Marinakis me arrastró para una foto con él y otro dignatario que le había presentado una enorme espada ceremonial, con la palabra Olympiacos grabada. Marinakis mismo estaba animado y encantado, disfrutando de su papel de anfitrión, sonriendo mientras me llamaba. Los otros invitados personalmente alrededor de la mesa estaban algo desconcertados sobre por qué me habían mostrado tal trato especial, pero sonrieron y asintieron hacia mí: como sujeto de la atención de Marinakis en ese momento, sabían que su papel era ser educados y atentos.
Dos minutos más tarde, volví a mi asiento afuera, y la espera continuó. Ya eran más de las 3 de la mañana cuando finalmente terminó sus otros negocios, y el Sr. Marinakis se unió a nosotros para una rápida charla de fútbol y un par de fotos de él en el estadio vacío. Cuatro minutos, máximo. Pero de nuevo, fue amable y servicial y, a diferencia de nosotros, no parecía nada cansado.
Nos dijeron que seguiría entreteniendo y trabajando hasta altas horas de la noche. Al salir del estadio, las calles de Atenas estaban desiertas. La gente local pronto se levantaría para ir a trabajar. Y tuvimos que tomar algunas horas de sueño antes de dirigirnos al aeropuerto y tomar un vuelo de regreso a Heathrow.
Fue, sin duda, una de las experiencias de entrevista más extrañas, desconcertantes pero memorables de mi vida, repartida en tres días en el sur de Atenas.
No me quedó ninguna duda sobre el poder e influencia de este hombre, su riqueza, los estándares deferentes que espera, su determinación sin disculpas, sus instintos innatos para desafiar a aquellos en el poder. Pero también me conmovió su generosidad, su encanto y calidez naturales, su personalidad atractiva y, sobre todo, su determinación y pasión por tener éxito en todo lo que hace.
Ya es famoso en Grecia, y mucho más allá por su destreza empresarial y futbolística. En Inglaterra, llevó al Forest desde su peor inicio de temporada en 108 años hasta el ascenso de la Championship en esa misma temporada. Ahora, en su tercera temporada en la Premier League, están entre los clubes justo fuera de los seis primeros.
El carácter abrasivo y el ingenio rápido de Marinakis, sus estándares inflexibles, su sonrisa y mentalidad ganadoras, y la forma en que parece chocar constantemente con las autoridades futbolísticas, todo ello recuerda instantáneamente al hijo más famoso del Forest, Brian Clough. Esa no es una comparación que nadie en Nottingham debería hacer a la ligera.
Es una mezcla embriagadora de poder y personalidad que ya ha garantizado a Marinakis el estatus de héroe de culto entre los aficionados de Trentside.