âEl año pasado está muerto, parecen decirâ, escribió Philip Larkin en su poema Los Ãrboles. âComienza de nuevo, de nuevo, de nuevo.â
En el corazón del invierno (tanto literal como metafóricamente, ya que el mundo está en tal turbulencia), la calidad destilada de la poesÃa puede trabajar su particular tipo de alquimia, mientras intentamos dar sentido a las cosas. He estado ârecetandoâ poesÃa en festivales, conferencias, hospitales y escuelas desde la parte trasera de mi ambulancia de âPoeta de Emergenciaâ desde 2011, y más tarde a través de las librerÃas de la Farmacia de PoesÃa. Aquà he compilado un botiquÃn de primeros auxilios para levantarles el ánimo y ayudarles a enfrentar este enero.
Si eres alguien que mira un nuevo año con leve temor, o si necesitas un poco de fortificación contra la inevitable angustia existencial de la temporada, estos poemas podrÃan recordarte suavemente que comenzar es el punto principal. La poesÃa no promete milagros, pero puede ayudarnos a alcanzar un poco más profundo.
Este primer hermoso poema de Rhiannon Hooson es una prescripción contra esos dÃas, en las palabras de William Wordsworth, cuando âel mundo está demasiado con nosotrosâ.
Hibernando por Rhiannon Hooson
En la primera helada, cuando el frÃo hacÃa florecer débilmente el azúcar en los endrinos, las vacas
empanaron el valle, bajando de las colinas.
Los gansos nos despertaron en la noche. Los alerces se giraron
como viejos hacia el viento y soltaron.
En la casa, se reventaron las tuberÃas, el reloj
dejó de hacer tic-tac, el agua bajaba por la chimenea.
El olmo en la curva del camino dejó
caer sus últimas hojas, sostenÃa ramas negras
hasta las estrellas. En la cocina,
mi madre horneaba azafrán en el pan â
soles redondos hibernando en la mesa.
El poema de Hooson nos recuerda ver lo extraordinario en lo ordinario. No es sólo la luz deslumbrante al final del poema, sino también la belleza en la desolación: âel olmo en la curva del camino dejó caer sus últimas hojas.â
Nuevo cada mañana por Susan Coolidge
Cada mañana es un nuevo comienzo,
Escucha mi alma el alegre estribillo.
Y, a pesar de viejas penas
Y pecados más antiguos,
Problemas pronosticados
Y posible dolor,
Anima con el dÃa y comienza de nuevo.
Me encanta este pequeño poema de Susan Coolidge (seudónimo de Sarah Chauncey Woolsey), autora del clásico infantil Lo que Katy hizo, es menos conocida como poetisa destacada. Es lo suficientemente corto como para recordarlo fácilmente y llevarlo como un estimulante para esas oscuras mañanas de invierno. Esta es una receta para poner un pie delante del otro. Toma este poema a primera hora de la mañana con un café fuerte.
Imtiaz Dharker. FotografÃa: Eamonn McCabe/The Guardian
La Bienvenida por Imtiaz Dharker
CorrÃas sobre vidrio roto,
un niño perseguido por pesadillas
por calles golpeadas, hasta que finalmente
llegaste a esta puerta. AquÃ
hay habitaciones hechas de esperanza, estantes llenos
de voces que te llaman. Dicen
que puedes dejar de correr ahora, sacar
una silla y sentarte. Para ti, extienden
una mesa con un festÃn que sabe a lugares
en tus sueños, miel de la colmena,
pan caliente, palabras como especias.
Aquà es donde la gente cobra vida
para contar sus historias en tinta y sangre
en noches salvajes, tardes moteadas,
hablando de tiranos caÃdos, sequÃas e inundaciones
bajo estrellas del desierto y lunas árticas.
Tejen leyendas y evocan mitos
en lenguas maternas y otras lenguas
que dan tu acento a su danza con la muerte,
su amor por la vida, las canciones que cantan.
Has sido bienvenido
a libros que huelen como árboles antiguos,
parados aquà con lomos rotos,
abriéndose como pensamientos liberados
y a medida que las páginas se vuelven, tu aliento
se acelera con algo que siempre supiste
en tu sangre como fe recordada.
Cuando abres el libro, te abre a ti.
Este poema insinúa los problemas más oscuros, de correr por calles golpeadas, de tiranos e inundaciones. Pero con sus âhabitaciones hechas de esperanzaâ, el viaje es uno que en última instancia es esperanzador. La fuerza y la resolución pueden descubrirse dentro de las páginas de los libros, nos dice, a través de historias de pruebas superadas y en una humanidad común. Toma este poema como un antÃdoto a la tentación de desplazarte interminablemente por los carretes de Instagram, y como un poderoso y eficaz estimulante para la compasión y para aliviar el egocentrismo.
Descongelación por Edward Thomas
Sobre la tierra moteada de nieve medio descongelada
Las cornejas especulativas en sus nidos graznaron
Y vieron desde las copas de los olmos, delicadas como flores de hierba,
Lo que nosotros abajo no podÃamos ver, pasar el invierno.
Este remedio corto y poderoso del poeta de la Primera Guerra Mundial Edward Thomas es un antÃdoto a los sombrÃos dÃas de enero y la oscuridad a las 4.30 pm. Aunque el invierno está aquà con sus cornejas especulativas en el frÃo, (saben que algo está en marcha), nosotros quizás no lo veamos nosotros mismos, pero este tiempo pasará. Me encanta el poema también, por su brevedad y la exquisita artesanÃa del poeta. Las vocales abiertas repetidas de âdescongeladaâ, âgraznaronâ, âhierbaâ y âpasarâ. Léelo en voz alta y no puedes evitar sentir esa sensación de un aliento exhalado o suspiro que reconforta por sà mismo.
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El DÃa Lluvioso por Henry Wadsworth Longfellow
El dÃa es frÃo, oscuro y sombrÃo;
Llueve, y el viento nunca se cansa;
La vid todavÃa se aferra a la pared en descomposición,
Pero en cada ráfaga las hojas muertas caen,
Y el dÃa es oscuro y sombrÃo.
Mi vida es frÃa, oscura y sombrÃa;
Llueve, y el viento nunca se cansa;
Mis pensamientos todavÃa se aferran al Pasado en descomposición,
Pero las esperanzas de juventud caen espesas en la ráfaga,
Y los dÃas son oscuros y sombrÃos.
¡Sé, triste corazón! y cesa de lamentar;
Detrás de las nubes el sol sigue brillando;
Tu destino es el destino común de todos,
En cada vida debe caer algo de lluvia,
Algunos dÃas deben ser oscuros y sombrÃos.
Henry Wadsworth Longfellow. FotografÃa: Hulton Archive/Getty Images
Con su proclamación âEn cada vida debe caer algo de lluviaâ, este poema nos recuerda que no tiene sentido luchar contra el clima miserable o esos momentos inevitables en nuestras vidas cuando las cosas son dolorosas: tiempos de duelo, angustia existencial o lucha. Hay consuelo en saber que no estás solo en estos sentimientos, que otros han estado allà antes y el consejo de Longfellow es que más allá de esto, hay esperanza. Me encanta este poema también porque me recuerda que hay placer en regocijarse en la melancolÃa de los dÃas sombrÃos y sentir un poco de lástima por uno mismo.
El Suelo por Caroline Bird
Aterrizas en una cresta, a seis pies del acantilado
y crees que has caÃdo desde la temida
cumbre y sobreviviste, piensas,
esto es el suelo.
hasta que notas a las alondras pasando a la altura de los ojos,
dejas caer un gemelo y caes
cincuenta pies en la palma abierta de otra cresta,
más profunda, arañada, ropa rasgada,
has perdido un zapato pero piensas
esto es el suelo,
ahora puedo hornear esa lasaña
hasta que una cometa se enrede en tu cabello,
tus pies se encuentran con una alfombra en picado
ahora estás colgado de tu collar
de una rama pensando
esto es el suelo,
compremos un cachorro
mientras te sientas en tu silla de helecho,
mientras caes en tu silla como una cabeza de flor cortada
golpeando el suelo â ¡SÃ! ¡Suelo! â en un árbol,
quemado por el viento del impulso, azotado-
por tus propios gritos, oops, luego oops,
oops, montando un poste de luz, un pilar, un cobertizo, cada vez
has sobrevivido, cayendo, aterrizando, cayendo afuera,
quien sabe cuánto tiempo has estado viajando
por esto, incrementalmente, sostenido en el puño que se afloja-
aprieta de un gigante con una cara sin rasgos.
Thud. Por fin
puedo poner ese estante. Hacer ese bebé.
Te acuestas y dejas que tus huesos sanen, mirando hacia arriba
a la distancia, experimentando un plateau
por primera vez, frÃo, duro, real, lo opuesto
del aire. Tiemblas como un astronauta pródigo.
PodrÃa construir una casa en esto, piensas,
tambaleándote.
La cualidad vertiginosa de este maravilloso poema te atraviesa como un soplo de aire fresco. Me encanta este poema porque puede interpretarse de dos maneras. Su conclusión parece decir que esperar la llegada y la certeza es una tonterÃa, pero para mà está lleno de humor, una aceptación irónica, y es un retrato de una vida vivida al máximo, una esperanza de un aterrizaje seguro tras otro. Las imágenes de Bird son encantadoras: âlas alondras pasando a la altura de los ojosâ, âpuedo hornear una lasaña ahoraâ, habla de cómo debemos ser optimistas, levantarnos de nuevo, construir nuestra casa. ¡Sigue tambaleándote!
Esto por Kathryn Bevis
Se ha encendido un fuego en nuevas hojas,
crecerá a un mundo verde
en el bosque oscuro. Pequeños blancos
se elevan en remolinos al susurro de nuestras botas.
Nada vale más que este dÃa.
Una pareja de lavanderas grises vuela bajo,
de vientre dorado, sobre el rÃo que corre.
Sus cuerpos traducen agua
a luz del sol, luz del sol a agua.
Nada vale más que este dÃa.
AquÃ, el viento juega con las hojas como cambio suelto
en los bolsillos del cielo.
Muy arriba, una paloma torcaz nos llama,
salvaje y verdadera, ¿Quién eres, quién quién?
Nada vale más que este dÃa.
Mi última prescripción proviene de la maravillosa poetisa y mi amiga Kathryn Bevis, que sabÃa