En la industria farmacéutica, la ética sigue siendo más valiosa que la inteligencia artificial.

IA se ha infiltrado aparentemente en cada faceta de los negocios durante el último año. La industria farmacéutica no es diferente, y la rápida evolución de esta tecnología puede cambiar el desarrollo de medicamentos para siempre. Sin embargo, el jurado está fuera de si la IA resultará beneficiosa o perjudicial.

Por un lado, el uso de la IA tiene un inmenso potencial para revolucionar el desarrollo de medicamentos. Puede optimizar los modelos de precios, mejorar el acceso a tratamientos que salvan vidas y abrir emocionantes nuevas vías. La capacidad de analizar rápidamente conjuntos de datos médicos significa que los investigadores pueden hacer conexiones más rápidas entre los efectos de los medicamentos en una población, los posibles daños y los casos límite que de otra manera podrían pasar desapercibidos. Este potencial es motivo de optimismo en la industria.

Por otro lado, la IA no solo es imperfecta, sino que muchos de sus defectos no son inmediatamente identificables. Múltiples historias de abogados que utilizan IA, que han generado casos judiciales imaginarios, han demostrado cómo depender de esta tecnología sin salvaguardias puede llevar a un desastre. Explotar los datos de los pacientes, depender del trabajo robado de otros (utilizado para entrenar a la IA) o manipular el análisis para crear nuevas barreras para la atención médica es una consideración adicional.

Supongamos que la IA va a convertirse en una parte integral de la industria farmacéutica. En ese caso, la industria debe adoptar un enfoque holístico que trate la ética como la base sobre la cual se construye la innovación. Desafortunadamente, con demasiada frecuencia, la tecnología supera a la ética, lo que lleva a que las necesidades de los pacientes sean tratadas más como una idea de último momento en aras de la “disrupción”. Eso no quiere decir que la disrupción no sea importante: el potencial de la IA abre puertas para los investigadores que de otra manera no serían posibles. Una vez que el genio está fuera de la botella, intentar domarlo requerirá mucha más energía y amenazará con causar mucho más daño que si se establecieran estos límites de seguridad ahora.

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Es crucial que la industria fomente una cultura de gestión ética, donde cada interesado, desde los investigadores hasta los ejecutivos, vea como su deber ser un defensor del uso responsable de la IA. Esta responsabilidad va más allá de simplemente marcar casillas; requiere un examen profundo e introspectivo de nuestros propios prejuicios y puntos ciegos y un compromiso genuino de poner el bienestar de las comunidades que servimos en primer lugar. Este llamado a la acción debería hacer que los interesados sientan un sentido de responsabilidad y compromiso con el uso ético de la IA.

Como se mencionó anteriormente, la IA podría revolucionar los modelos de precios. Sin embargo, si estos modelos no son transparentes, justos y orientados hacia la asequibilidad y accesibilidad, esto solo podría contribuir a la perpetuación de disparidades existentes o incluso a la introducción de nuevas. Es crucial que alineemos los sistemas de IA con la misión principal de mejorar la salud humana, no solo maximizar los beneficios o la eficiencia. Esta industria también necesita reconstruir la privacidad desde cero. El uso de datos de pacientes para informar decisiones sobre el desarrollo y acceso a medicamentos debe manejarse con el mayor cuidado y respeto. El público ha expresado un alto escepticismo sobre la IA, y protocolos estrictos de consentimiento y medidas de seguridad robustas serán cruciales para construir y mantener la confianza pública.

También son necesarios marcos de gobernanza sólidos que responsabilicen a los desarrolladores y desplegadores de IA por los impactos del mundo real de sus creaciones. Se ha demostrado que el sesgo algorítmico es un problema grave, y cuando la desigualdad en salud ya es una preocupación importante, el sesgo debe estar presente en la mente. La mentalidad de “moverse rápido y romper cosas” ha llevado a muchos éxitos. Sin embargo, al tratar con algo tan poderoso e impredecible, los planes deben ser deliberativos y manejados con cuidado, asegurando que cada paso del proceso de desarrollo de medicamentos sea examinado a través de una lente humana.

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Los inversores están comprensiblemente ansiosos por entrar en la planta baja de esta tecnología transformadora, esperando que esta nueva generación de startups interrumpa el statu quo. Sin embargo, el campo de minas ético y regulatorio que acompaña a la IA en este espacio significa que los inversores deben abordar estas oportunidades con una comprensión aguda del riesgo y un compromiso firme con el despliegue responsable. Mejorar los resultados de los pacientes es el objetivo final de la industria farmacéutica y debe seguir siendo la principal prioridad. De lo contrario, ninguna cantidad de innovación tecnológica podrá avanzar a la industria hacia la Era de la IA.

Foto: metamorworks, Getty Images

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