Bridges realized that after each movie, his “pretend muscle” would get exhausted, leaving him with a desire to pursue other creative outlets. “To do a movie, to bring me to the party, I resist,” he says. This realization led him to prioritize music and art alongside his acting career, resulting in the creation of Slow Magic, his lost collection of songs from the late 70s.
As our conversation comes to a close, Bridges reflects on the serendipitous nature of his life and career, grateful for the opportunities and experiences that have come his way. Despite the challenges he has faced, from losing his home to battling health issues, he remains optimistic and focused on sharing his creativity with the world.
And with that, the conversation ends, leaving the image of Jeff Bridges in his garage, surrounded by music, art, and memories of a lifetime in Hollywood. A man who has embraced the twists and turns of fate, finding joy and inspiration in the most unexpected places. “He’s such an incredible actor. I mean his presence, right?” Jeff Bridges said about Bob Dylan after working together in Masked and Anonymous. Bridges also talked about his resistance to taking on certain roles, like in The Iceman Cometh, but ultimately decided to push himself out of his comfort zone and embrace new challenges. He also shared his love for music, and how it has been a unifying force in his life, connecting him to others and helping him explore different facets of himself. Bridges continues to write songs and play music with his band, the Abiders, sharing his creations with fans and supporting charitable causes through his music. “¡Creemos belleza juntos!” sugiere el sitio web.
“Recientemente escribí una canción sobre mi viejo amigo John Goodwin,” me cuenta Bridges. Él y Goodwin crecieron en el mismo vecindario, y Goodwin se convirtió en un compositor profesional: proporcionó material para la banda sonora de Crazy Heart, que ganó un Oscar y dos Grammys, y para el álbum homónimo de Bridges de 2011, grabado después del éxito de la película.
Bridges ha llamado a su canción en homenaje a Goodwin We Know That One. “No sé cómo llamarle al estilo. Es mi propio estilo, más o menos. Déjame ver si puedo encontrarla…” Coge una tableta, mira la pantalla. “Bien. A ver. Desplazando, desplazando, música, letras, mis letras, mi estribillo, letras…”
En la tranquilidad de su garaje, Bridges se inclina hacia atrás en su silla, con las manos detrás de la cabeza, y comienza a cantar. Su voz es oscura, cálida y amable, y mientras canta, algo en él parece brillar. La música está teniendo su efecto en él, y es magia real; la magia de los árboles y las flores.
“Desde arriba parece profundo, desde abajo parece alto,
Zambúllete en el lago a través del reflejo del cielo.
No hace falta sentirse solo Johnny, en este camino de regreso a casa,
Todos estamos yendo en esa dirección, nadie está realmente solo.
¿No puedes oírnos riendo mientras cubrimos nuestro oro con las cenizas,
Nuestra libertad, sí, estamos desechando nuestras almas.
Johnny, ¿no puedes ver que usamos la hilaridad para adormecer?
Creo que somos demasiado sensibles, Johnny, no podríamos ser tan tontos.
¿Necesitamos algún tipo de fricción? ¿Necesitamos algún tipo de freno?
Algo arrastrándose en el barro, ¿es eso lo que se necesita para llegar a casa, Johnny, llegar a casa a salvo?
En ese caso, tal vez reír no está tan mal mientras esperamos.
Puedo sentir a mi alma esperándome más adelante, golpeando con el pie, ha cubierto todas las apuestas.
Está esperando con la tuya, Johnny, están jugando al sol,
Escucha esa melodía que están tocando, conocemos esa…” Slow Magic, 1977-78 se lanzará en Light in the Attic el 12 de abril