La Última Bailarina, dirigida por Gia Coppola y protagonizada por Pamela Anderson, es una película visualmente cautivadora que explora la vida de Shelly Gardner, una bailarina de Las Vegas que enfrenta el final de su carrera. La actuación de Anderson solo puede describirse como un papel que redefine su carrera, marcando un regreso triunfante a la pantalla para la icónica actriz.
Ambientada en el deslumbrante telón de fondo de Las Vegas, la película sigue a Shelly mientras navega por las últimas semanas de su espectáculo de larga duración, “Le Razzle Dazzle”. El anuncio de que el espectáculo cerrará después de 30 años envía a Shelly a una espiral de confusión y pánico, obligándola a enfrentar su identidad y futuro.
La actuación de Pamela Anderson como Shelly es simplemente impresionante. Conocida ampliamente por sus días en “Baywatch”, Anderson aporta una profundidad y vulnerabilidad a Shelly que podría sorprender a aquellos familiarizados solo con su persona más pública. Su interpretación captura perfectamente la esencia de una mujer que ha vivido su vida a través de los aplausos de una audiencia, enfrentando ahora una crisis de identidad mientras su espectáculo, “Le Razzle Dazzle”, llega a su final. La capacidad de Anderson para transmitir la lucha interna de Shelly, su miedo y su amor inquebrantable por el escenario es el corazón de la película.
Acompañando a Anderson hay un elenco que se siente como un conjunto de veteranos reales de Las Vegas. Jamie Lee Curtis interpreta a Annette, la mejor amiga de Shelly y una exbailarina convertida en camarera, con un toque crudo y cómico que complementa la actuación más sincera de Anderson. La interpretación de Curtis añade una capa de alivio cómico mientras se sumerge en las duras verdades de una vida después del foco de atención. La química entre Anderson y Curtis es evidente, haciendo que sus escenas juntas sean algunos de los momentos más cautivadores de la película.
Una de las fortalezas narrativas de la película es su enfoque en la relación madre-hija entre Shelly y su hija distanciada, Hannah (interpretada por Billie Lourd). Esta subtrama aporta una capa adicional de emoción, destacando los sacrificios que Shelly hizo por su carrera en detrimento de las relaciones personales.
El enfoque de la directora Gia Coppola en esta película es a la vez respetuoso y revelador. Logra crear un mundo que se siente tanto atemporal como transitorio, al igual que el espectáculo de Las Vegas en sí. Su dirección mantiene el enfoque en el personaje sobre el espectáculo, lo cual es una elección audaz en un entorno conocido por su exceso.
La Última Bailarina es una película que invita a los espectadores a reflexionar sobre sus propios sueños, el precio que pagan por ellos y lo que queda cuando los aplausos se desvanecen.
La Última Bailarina llega a los cines de Luna Palace el 20 de febrero.
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