A medida que millones de personas veían los Juegos Olímpicos, celebrando la cumbre del logro humano, Google emitió un anuncio que mostraba … un padre que usaba la IA para escribir en secreto la carta de admirador de su hija a su héroe olímpico. En un momento que encapsula perfectamente la obsesión insensible de la industria tecnológica con la inteligencia artificial, Google logró quitar la esencia misma de lo que nos hace humanos: emoción y conexión genuina.
Unas semanas antes, cientos de inversores se reunieron en San Francisco para la conferencia de longevidad más grande del país. ¿El punto más interesante? El mercado de longevidad es de $8.3 billones y está listo para una disrupción impulsada por la tecnología.
Esta yuxtaposición, entre los desacertados esfuerzos de la IA del Valle del Silicio y el potencial sin explotar del mercado de longevidad, ilustra perfectamente dónde han descarriado las prioridades de la industria tecnológica. Mientras Google muestra la capacidad de la IA para imitar la sentimentalidad humana, se pierde en los detalles. La verdadera innovación, el verdadero potencial de la IA, no radica en reemplazar la expresión humana, sino en mejorar la vida humana, especialmente la de nuestra población que envejece rápidamente. Es en este mercado donde la IA podría tener su impacto más profundo y significativo, abordando desafíos del mundo real que afectan a millones de vidas diariamente.
La obsesión de la industria tecnológica por la juventud la está cegando ante la mayor oportunidad de nuestro tiempo: nuestra población que envejece rápidamente. Para 2030, todos los Baby Boomers tendrán más de 65 años, lo que representa el 21% de la población de EE. UU. Este grupo demográfico controla un impresionante 70% del ingreso disponible en Estados Unidos. Sin embargo, Silicon Valley trata este mercado como si fuera invisible.