Las gardenias son admiradas en todo el mundo por su belleza y fragancia, pero su historia se extiende mucho más allá de la estética. La medicina tradicional, especialmente en las culturas orientales, ha reconocido durante mucho tiempo los beneficios terapéuticos de estos arbustos perennes. Las gardenias se han utilizado durante siglos, especialmente en China, para tratar una variedad de problemas, incluyendo la inflamación, problemas de sueño y trastornos del estado de ánimo.
Los científicos modernos también están explorando los compuestos de la gardenia, especialmente la genipina. Un artículo en Science News Today explicó: “En la década de 1980, científicos japoneses descubrieron que el fruto de la planta de gardenia podía producir un tinte azul, sentando las bases para futuras investigaciones farmacológicas”. Esta búsqueda aparentemente no relacionada de un color vibrante llevó al aislamiento de compuestos clave, incluida la genipina, un glucósido iridoide.
Inicialmente, la genipina se reconoció por sus aplicaciones prácticas en la ciencia de los alimentos, mejorando la conservación y textura de los alimentos. Sin embargo, la comunidad científica pronto reconoció su potencial más amplio, explorando su papel en la investigación del cáncer y su capacidad para interactuar con los sistemas biológicos. Un área de investigación es la disautonomía familiar, un trastorno genético raro que afecta al sistema nervioso periférico.
En un estudio de 2024 publicado en Science Translational Medicine, los investigadores investigaron compuestos que podrían contrarrestar los defectos del desarrollo y degenerativos característicos de la disautonomía familiar (FD). Usando modelos de células derivadas de pacientes, los científicos utilizaron un proceso de cribado químico para identificar agentes terapéuticos adecuados. Su trabajo se centró específicamente en abordar los desafíos en el desarrollo de neuronas sensoriales y prevenir la neurodegeneración vista en la FD.
La naturaleza alberga una farmacia vasta y en gran parte inexplorada, y el compuesto genipina de la gardenia no es una excepción. Desde las propiedades regenerativas de los nervios para condiciones como la disautonomía familiar hasta las cualidades protectoras de la visión contra la retinopatía diabética, e incluso sus efectos anticancerígenos en el neuroblastoma, la genipina muestra la capacidad terapéutica oculta dentro del reino vegetal.