El mecanismo principal que nuestra sociedad utiliza para determinar la riqueza y el lugar en la jerarquía social de una persona es su rendimiento académico. Sin embargo, muchos simplemente no tienen éxito en ello a pesar de poner un esfuerzo inmenso, ya que a los estudiantes generalmente se les dice qué hacer (por ejemplo, copiar al maestro) en lugar de mostrarles cómo hacerlo o darles el espacio para descubrir su propio proceso de aprendizaje.
Lamentablemente, dado que las subvenciones educativas del gobierno se basan en la cantidad de estudiantes que asisten a una institución, las escuelas no tienen incentivos para producir.
Nota: Un estudio reciente encontró que a lo largo de la historia, cada vez que hay períodos de conflicto interno, los estados han introducido reformas educativas diseñadas para adoctrinar a los ciudadanos a aceptar el statu quo.
A su vez, la escolarización se ha centrado cada vez más en crear sumisión y conformidad en lugar de crear una generación de pensadores críticos creativos que puedan resolver los problemas que enfrenta nuestro país e innovar soluciones que nos avancen hacia el futuro.
Esto, a su vez, es tanto muy injusto para aquellos que son sometidos al molino académico (pero no inherentemente aptos para tener éxito dentro de él) como un inmenso desperdicio de recursos nacionales. Por ejemplo, a medida que pasan los años, seguimos gastando más dinero en investigación y educación:
Sin embargo, al mismo tiempo, los resultados educativos primarios (por ejemplo, la alfabetización) siguen empeorando, hay menos personas calificadas para ocupar nuestras instituciones más críticas y las valiosas innovaciones científicas siguen siendo cada vez más raras.