Mi pequeña fortuna argumenta que la forma económica de pensar no solo es conciliable con el cristianismo, sino que los “principios económicos se derivan de la doctrina cristiana”. Los economistas académicos y los devotos cristianos Art Carden y Caleb S. Fuller disipan sistemáticamente la “locura disfrazada de sensatez” que afirma que su fe es incompatible con el apoyo a los mercados libres.
Los autores explican que las ganancias son el resultado no de la codicia sino de la prudencia. La riqueza nos permite determinar la mejor manera de servir a nuestro prójimo al indicar cuándo estamos produciendo más riqueza de la que estamos consumiendo, y cuándo no lo estamos haciendo. La riqueza, a menos que sea mal utilizada, no representa dominación sobre otros seres humanos; representa el dominio del ser humano sobre la tierra, lo que le permite satisfacer las demandas de la Creación 1:28.
Carden y Fuller explican que las leyes de oferta y demanda son barreras de conocimiento que “dan una señal falsa”, impidiéndonos así saber qué vecinos necesitan ayuda. Es especialmente importante para los debates políticos actuales la advertencia de que el comercio no es suma cero. Es una actividad cooperativa que enriquece a ambas partes. Milagrosamente, las partes involucradas en un comercio generan valor no por ser las mejores, sino haciendo lo que mejor saben hacer.
Carden y Fuller explican la inestabilidad inherente de los carteles de fijación de precios, la transitoriedad de los monopolios en un mercado libre, cómo los grandes empresas utilizan la regulación para protegerse de la competencia, la naturaleza de suma negativa del robo (que obliga a los recursos a ser desviados de la producción a la protección) y la importancia de definir correctamente los derechos de propiedad para alcanzar los niveles socialmente óptimos de contaminación (¡no es cero!).
Mi pequeña fortuna muestra que las virtudes teológicas y cardinales valoradas por los cristianos requieren propiedad privada y libre intercambio para saber “qué es lo que otras personas desean y cuándo hemos elegido sabiamente”.