Casi 100,000 casos de cáncer en los EE. UU. cada año se atribuyen directamente al consumo de alcohol. Esta impactante cifra, resaltada en un informe del Cirujano General de los EE. UU., subraya el papel del alcohol como una de las principales causas prevenibles de cáncer, solo superado por el tabaco y la obesidad. Además, el informe revela que incluso beber moderadamente, definido como una bebida al día, aumenta el riesgo de cánceres como el de mama y boca.
Los mecanismos detrás de esta conexión están bien documentados y son preocupantes. El alcohol se descompone en acetaldehído, un compuesto tóxico que daña el ADN, dejando a las células vulnerables al crecimiento descontrolado y la formación de tumores. Además, el consumo de alcohol conlleva a un aumento de la inflamación y cambios hormonales, especialmente niveles más altos de estrógeno, lo que agrava el riesgo de cánceres relacionados con las hormonas como el cáncer de mama.
No importa si es cerveza, vino o licores, los efectos carcinogénicos siguen siendo los mismos en todos los tipos de bebidas alcohólicas. Agravando el problema está la falta evidente de conciencia. Según datos del Centro Integral de Cáncer de la Universidad Estatal de Ohio (OSUCCC), menos de la mitad de los estadounidenses reconocen al alcohol como un factor de riesgo para el cáncer colorrectal.
Este vacío en la comprensión pública persiste a pesar de décadas de evidencia y el aumento de las tasas de cáncer en poblaciones más jóvenes, especialmente el cáncer colorrectal, que ha sido vinculado a factores de estilo de vida como beber, mala dieta y falta de ejercicio. Comprender el impacto del alcohol en el riesgo de cáncer es clave para tomar decisiones informadas. Afortunadamente, incluso pequeños cambios en el estilo de vida reducen su riesgo y mejoran los resultados de salud a largo plazo.