Una multitud se acercó ansiosamente al lugar exacto del colapso después de escuchar el terrible estruendo causado por el evento. Los vecinos de los portales adyacentes, los turistas que presenciaron la escena desde las terrazas de al lado y que rápidamente se levantaron al extenderse el polvo y los gritos, y aquellos que descansaban en la arena; momentos antes de la impresionante nube de humo que enterró la primera línea, nada en la Playa de Palma presagiaba que una catástrofe era inminente.
Los primeros momentos estuvieron llenos de llamados de ayuda y dificultades para respirar, ya que la confusión era inevitable en medio del polvo de los escombros y la tensión del momento. Rápidamente, los primeros llegados empezaron a señalar hacia el piso superior, que se había derrumbado sobre los demás. En el suelo, entre los escombros, se descubrieron los primeros heridos. La reacción en la zona fue unánime, con decenas de personas tratando de ayudar a los heridos y afectados hasta la llegada de los equipos de emergencia.
Una vez allí, se estableció un perímetro para trabajar de manera segura y proteger a las personas aún bajo los escombros.