De Transferencias a Tratamientos: Conectando la Política Social y el Tratamiento del Consumo de Sustancias

Con los trastornos por uso de sustancias que continúan contribuyendo significativamente a la morbilidad y mortalidad a nivel mundial, han surgido estrategias financieras innovadoras como poderosos mecanismos para cerrar la brecha entre los determinantes sociales de la salud y los resultados clínicos. Los programas de transferencia condicional de efectivo (TCE) representan una de esas estrategias, ofreciendo asistencia monetaria a hogares de bajos ingresos, con la condición de que los fondos se utilicen para servicios sociales, como atención médica, educación y nutrición. Estos programas no solo alivian las dificultades financieras inmediatas, sino que también crean vías para mejorar los resultados de salud a largo plazo, ya que la investigación ha demostrado su efectividad en la reducción de la mortalidad infantil y la mejora de la nutrición.

Recientemente, se publicó un estudio que evaluó el impacto novedoso que estos programas pueden tener en abordar el consumo de sustancias, convirtiéndose en uno de los pocos estudios que evalúan esta asociación. La Dra. Lidiane Toledo y su equipo realizaron un estudio basado en la población en Brasil investigando la implementación del TCE brasileño, Bolsa Familia (BFP), en relación con las hospitalizaciones por trastorno por consumo de sustancias (TCS). Utilizando un modelo de regresión de Poisson con registros vinculados de hospital y del programa BFP entre 2008 y 2015, encontraron que la inscripción en BFP se asociaba con una disminución del 16,89% en las hospitalizaciones relacionadas con TCS, lo que fue particularmente pronunciado en municipios con un nivel socioeconómico más bajo según el Índice Brasileño de Privación.

Apoyando estos hallazgos, la evidencia de México refuerza aún más la relevancia más amplia de los programas de TCE en el abordaje de TCS. El programa de TCE de México, Oportunidades, fue uno de los primeros programas de TCE en el mundo y fue diseñado para proporcionar a los residentes beneficios similares a los de Bolsa Familia. Una evaluación del programa en 2007 encontró que un aumento de 200 pesos en el salario de la esposa reducía significativamente la probabilidad de que su esposo participe en un consumo de alcohol excesivo en un 15%. Al igual que BFP, Oportunidades fue diseñado originalmente para aumentar el acceso a servicios sociales, como salud y nutrición o asistencia escolar. Sin embargo, al crear incentivos a nivel de hogar, estos programas impactaron en comportamientos más allá de los destinatarios directos. Las implicaciones de política son claras: los TCE pueden ofrecer una intervención escalable y preventiva para reducir el daño relacionado con las sustancias, especialmente en países de bajos y medianos ingresos donde los servicios de tratamiento formales siguen siendo escasos.

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Sin embargo, aunque los TCE muestran un gran potencial, los incentivos financieros por sí solos no son una panacea. Para maximizar el impacto, estos programas deben combinarse con mayores esfuerzos para mejorar la infraestructura de atención médica para el tratamiento del consumo de sustancias a nivel global. Por ejemplo, en áreas donde el acceso a especialistas en salud conductual o adicciones es limitado, capacitar a especialistas no médicos podría mejorar significativamente la disponibilidad de servicios. Esto puede incluir trabajadores sociales y trabajadores de salud comunitarios, especialmente porque a menudo están más involucrados con sus comunidades y están mejor equipados para brindar atención y apoyo culturalmente relevantes.

Además, la integración de la atención de TCS en las visitas de atención primaria vinculadas a los TCE existentes, como las requeridas bajo BFP y Oportunidades, aumentaría la adopción y la continuidad. Específicamente, estos esfuerzos de integración podrían ayudar a reducir el estigma en torno al consumo de sustancias, ya que normalizaría la atención de TCS dentro de la infraestructura de atención médica más amplia. Los servicios de telemedicina también pueden ofrecer una estrategia complementaria para expandir la atención en entornos geográficamente remotos. Al utilizar plataformas de telemedicina, los médicos podrían proporcionar citas remotas, monitoreo y visitas de seguimiento, lo que ayuda a superar algunas de las barreras logísticas impuestas por las distancias físicas y la infraestructura limitada.

Los TCE no son un sustituto de la infraestructura de tratamiento, pero cuando se integran estratégicamente, pueden servir como plataformas efectivas y orientadas hacia la equidad para la prevención y atención de TCS. Este modelo en evolución nos desafía a repensar nuestro enfoque en la prevención y tratamiento del TCS. En lugar de tratar estas condiciones como problemas clínicos aislados, debemos considerar el contexto social y estructural más amplio, reconociendo que la pobreza, la privación social y la inestabilidad económica no son simplemente factores relevantes, sino consideraciones necesarias para desarrollar intervenciones efectivas y equitativas. Dada la prevalencia generalizada del TCS a nivel mundial, tales intervenciones de salud pública son cruciales para reducir las disparidades de salud y fomentar la recuperación holística.

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Foto: StockFinland, Getty Images

Suhanee Mitragotri es una estudiante universitaria en la Universidad de Harvard estudiando Neurociencia con un Secundario en Salud Global y Política de Salud. También es la Co-Fundadora de la Iniciativa de Educación sobre Naloxona, un programa que tiene como objetivo ampliar la educación sobre opioides y naloxona a los jóvenes. Ha escrito extensamente sobre temas relacionados con la crisis de los opioides, la reducción de daños y la política de drogas y ha publicado artículos en diversas revistas y revistas, incluidas The Lancet Regional Health Americas, Adicción, Asuntos de Salud Forefront, The Boston Globe y New Scientist.

David T. Zhu es un estudiante de tercer año de MD/PhD en Política de Salud en la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia Commonwealth. Su investigación se centra en los trastornos por uso de sustancias, la epidemiología clínica, la economía de la salud y los determinantes sociales de la salud. Su trabajo ha sido publicado en revistas líderes, incluidas The Lancet, The Lancet Regional Health Americas, JAMA Network Open, JAMA Psychiatry, Nature Scientific Reports y Harm Reduction Journal. Las contribuciones de David para abordar la crisis de sobredosis han sido reconocidas por múltiples fundaciones, incluido el Premio Diana, los 40 menores de 40 en Salud Pública del Congreso de Salud Pública de Boston, los 40 líderes menores de 40 en Salud de Minorías del Foro Nacional de Calidad y los Premios a la Excelencia en Salud Pública del Servicio de Salud Pública de EE. UU.

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