En la isla de Bali, un destino turístico de Indonesia con playas, los lugareños están cansados del turismo masivo que es su principal fuente de ingresos, y esperan que un plan para congelar la construcción de hoteles pueda devolver algo de calma. Preocupados por el crecimiento desenfrenado del turismo, muchos balineses anhelan un pasado más tranquilo, al igual que los residentes en lugares de Europa como Barcelona, Palma de Mallorca o Venecia. En respuesta, las autoridades indonesias anunciaron recientemente planes, aún por confirmar por el nuevo gobierno, para un moratorio de dos años en la construcción de hoteles, villas y discotecas. Antes de que los surfistas extranjeros descubrieran sus olas hace décadas, Canggu era un tranquilo pueblo costero del sur de Bali, situado en el Océano Índico y salpicado de campos de arroz. Ahora, está repleto de hoteles y alojamientos, con calles congestionadas de coches, scooters y camiones. Locales como Kadek Candrawati, de 23 años, temen que el medio ambiente pase a un segundo plano. “Canggu está más concurrido… su tranquilidad y verdor están desapareciendo gradualmente”, dijo Kadek, quien es dueña de un servicio de alquiler de motocicletas que le reporta siete millones de rupias mensuales. “El gobierno y la comunidad deben trabajar juntos para asegurar que Bali se mantenga verde, sostenible y que se preserve la cultura local”, dijo a AFP. “Espero que el turismo en Bali pueda seguir creciendo, manteniendo un equilibrio entre el desarrollo y el medio ambiente”.