En Coffs Harbour, Australia, justo antes del mediodía, Nathaniel Woodcock regresó a la playa con baterías frescas para su dron. Era pleno verano australiano y el joven de 21 años pasaba otro día escaneando las aguas esmeralda desde arriba.
Spotter Horizon se estaba dirigiendo hacia los nadadores y surfistas: una sombra de siete pies. Un tiburón blanco.
Woodcock contactó a los salvavidas por radio y activó el sistema de advertencia, según recordó más tarde, narrando el incidente a un reportero. “¡Atención, usuarios de la playa!” gritaba el dron. “Hay un tiburón en su área. ¡Por favor, salgan del agua!”
Mientras los nadadores se apresuraban a salir de la playa, los ojos de Woodcock estaban pegados a su pantalla, donde vio al tiburón siguiendo a un cardumen de peces hacia la costa. Cuando una ola rompió, el tiburón se lanzó repentinamente hacia la playa. Luego, para alivio de todos, se alejó hacia el mar.
Woodcock es uno de los cientos de pilotos de drones reclutados en un impulso de alta tecnología para frenar el aumento de los ataques de tiburones en Australia, un país con 100.000 playas donde la mayoría de las personas viven cerca de la costa.
Pero a medida que el número de ataques ha crecido recientemente, tanto en Australia como en todo el mundo, el país se está alejando de las herramientas tradicionales de lucha contra los tiburones, como las redes, y está adoptando nuevas tecnologías.
Australia ahora cuenta con la operación de vigilancia costera de drones más grande del mundo y está instalando trampas no letales, o palangres, que alertan a las autoridades cuando un tiburón toma su carnada. Estos avances están permitiendo a las autoridades monitorear a los tiburones como nunca antes, convirtiendo a Australia en un laboratorio para encontrar formas de prevenir los ataques de tiburones.
Los pilotos de drones son solo el comienzo. Los funcionarios están probando drones operados de forma remota y a larga distancia, así como formas de incorporar inteligencia artificial. Pero hasta que esta tecnología se implemente ampliamente, muchas áreas permanecen sin monitoreo.
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