Todos los días, los estadounidenses se benefician de la tecnología amigable para el consumidor que ha mejorado radicalmente todos los aspectos de sus vidas. Pero estos beneficios se han rezagado en la atención médica debido a sus complejidades y desafíos distintos. En los casi 17 años de Zocdoc, hemos visto oleadas de nuevos actores en salud digital venir y desaparecer. De hecho, el 90 por ciento de las startups de tecnología de la salud han fracasado. En conversaciones en voz baja entre líderes de la salud digital que luchan, un alto obstáculo surge una y otra vez: la ambigüedad regulatoria.
El desafío para los innovadores de la salud digital es que las regulaciones de atención médica de nuestra nación fueron promulgadas en la mitad del siglo XX. Los legisladores nunca anticiparon Internet, y mucho menos las herramientas de salud digital que siguieron. Como resultado, hay suficiente ambigüedad, y las compañías de salud digital, y los compradores de sus servicios, luchan para interpretar estas regulaciones antiguas para sus operaciones modernas.
Ahora, las regulaciones de atención médica de Estados Unidos existen por buenas razones: protegen a los pacientes y proveedores, previenen el fraude, el desperdicio y el abuso, garantizan que los dólares de nuestra nación se gasten de manera eficiente, y más. Es crítico preservar estas importantes protecciones. Es igualmente crítico que modernicemos las leyes de atención médica de Estados Unidos. Debemos rechazar la falsa elección entre protección e innovación.
Reconozco que la perspectiva de modernizar las regulaciones suscita preocupaciones sobre posibles actores malintencionados, integridad del programa y más. Esas preocupaciones son reales y es fundamental considerarlas cuidadosamente. Pero debemos equilibrar estos riesgos con el riesgo de no actuar y dejar que el status quo persista. El status quo es lo que lleva al 73 por ciento de los estadounidenses a decir que el sistema de salud les está fallando. Esto no es sostenible. Debemos instar al Congreso y a la Administración a modernizar las leyes y regulaciones obsoletas para permitir la innovación, al tiempo que se preserva la integridad del programa.
Hasta que eso suceda, muchas empresas de tecnología de la salud abandonarán antes incluso de empezar al darse cuenta de que los desafíos regulatorios quizás sean demasiado grandes. Y aquellos lo suficientemente valientes como para persistir tendrán un puñado de caminos subóptimos por delante: