Con más de 20,000 productos químicos presentes en el humo del cigarrillo, incluidos carcinógenos conocidos y toxinas como la nicotina y el acroleína, no es de extrañar que fumar sea una de las principales causas de muertes evitables en todo el mundo. Su sistema inmunológico, que actúa como el mecanismo de defensa de su cuerpo, es una de las principales víctimas de esta exposición tóxica.
Cuando el humo del cigarrillo entra en sus pulmones, desencadena una cascada de daños. Las células inmunológicas, como los macrófagos y los linfocitos T, pierden su capacidad para funcionar adecuadamente, dejando su cuerpo más vulnerable a infecciones e inflamación crónica. Con el tiempo, esta inmunidad comprometida crea un caldo de cultivo para enfermedades graves, como el cáncer de pulmón y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Los síntomas de estas afecciones a menudo comienzan sutilmente con tos crónica, falta de aliento o fatiga, pero progresan a complicaciones potencialmente mortales si no se tratan. La investigación también muestra que los niños expuestos al humo de segunda mano enfrentan riesgos alarmantes. Esta exposición afecta al desarrollo pulmonar, aumenta la susceptibilidad al asma y aumenta la probabilidad de infecciones respiratorias.
Incluso una exposición mínima a estos productos químicos dañinos durante la infancia tiene consecuencias de por vida, como la capacidad pulmonar reducida y la vulnerabilidad aumentada a enfermedades autoinmunes. Comprender cómo el humo del cigarrillo socava sistemáticamente su sistema inmunológico es importante para comprender el alcance total de sus impactos en la salud. De hecho, incluso una exposición limitada al humo es mucho más dañina de lo que la mayoría se da cuenta.