Cómo 4 días en México me ayudaron a recuperarme después de la maternidad – ButterWord

Abordando el revoloteo a Agarradera Con mi consorte, Alejandro, mis brazos se sentían inquietantemente ligeros. Fue nuestro primer alucinación sin Ona, nuestra hija de cinco meses. “Ella estará acertadamente”, mi suegra me había asegurado la indeterminación mencionado, mientras acariciaba el melena arenoso de Ona.

Aún así, mi corazón se sintió un poco hueco cuando el avión despegó y Austin desapareció debajo de las nubes. ¿Podría disfrutar los próximos cuatro días en la península de Víctima? ¿O pasaría nuestras asueto románticas llorando en la almohada de fricción y, en la playa, viendo la cara de Ona cuando levanté la pinta de mi vademécum, en circunscripción del surf que se estrelló?

ONA, si estás leyendo este año a partir de ahora, perdóname por sostener que estas ansiedades, y todas las demás pánico materno incesante sobre botellas, pañales y siestas, se habían derretido por el atardecer, cuando me senté en la terraza de nuestra suite en Rosewood’s Las Ventanas al Paraíso, mirando al mar de Cortés.

No me había legado cuenta, ya que el que hacía tanto calmante en los últimos cinco meses, lo mal que necesitaba estar calmado. Me había hecho hábil al ojear las señales de ONA, pero ¿qué pasa con la mía? El mar sostenía mi examen, arrullando mi sistema nervioso rendido (al igual que la margarita mexicana perfecta, avergonzando las versiones de Texas). Descansé mi vanguardia sobre el hombro de Alejandro. Las explosiones de carmín bougainvillea y picos verdes de pizarra de agave tachonaron el paisaje del desierto. Sentí, escaso, lo cansado que estaba. Pero aquí, a diferencia de en casa, podría descansar.

Primero era hora de una laxitud adulta: una degustación en la bodega oculta del hotel. Pero cuando Alejandro y yo entramos en el espacio, sentí que mis hombros se tensaron. A posteriori de meses de adormecer y balbucir a un bebé, mi vocabulario para adultos se sintió claramente de desatiendo, y mis términos de caldo casi olvidados. Mientras tartamudeaba mis impresiones de un caldo de naranja de San Miguel de Al otro lado, el excelente director de vinos del hotel, Gineviève Rioux, me instó a fiarse en mí mismo.

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“Las mujeres son demasiado conscientes de describir los vinos”, dijo. Rioux se refirió a su propio estilo de degustación como sinestésico: por ejemplo, cuando sorbe vinos “aterciopelados, flotantes”, como las burgueses rojas de los AOC particularmente “elegantes”, audición el de Debussy’s La Mer. (Antiguamente de seguir una carrera en caldo, Rioux se formó como pianista y flautista clásico en su originario Quebec). “El caldo es como el inclinación”, nos dijo. “Enrevesado y contradictorio. No hay reglas “.

La mayoría de las mujeres soportan las repulsión del primer trimestre durante el inconveniente. El mío había durado todo el día, todos los días, durante nueve meses. Escasamente podía yantar, trabajar o ver amigos. Mi único deseo era no estar encinta más. Fantaseé diariamente sobre lo que comería cuando finalmente volví a tener deseo. Si pudiera, ahora viajaría en el tiempo a ese sufrimiento ahora y le diría que todo estaría acertadamente: tendría una hija hermosa y saludable y pronto estaría sentada en una mesa con vistas a las piscinas suavemente lamiendo, saboreando una fiesta toscana estacional Preparado por el chef Matteo Temperini. Desde los langostinos locales bañados en Buffalo Mozzarella y pecando con caviar hasta las vertiginosas vueltas de cebollín, arándanos, pinrel de chiva y lubina en el tercer plato, la comida era exquisita y empujada, todo lo que necesitaba.

A la mañana venidero, a posteriori de un combate de tenis sudoroso, Ale y yo nos pusimos túnicas de traje de tela de Terry y nos dirigimos al spa. Esperaba calmar la música de la nueva era y las manos competentes para resolver los nudos de los hombros. Lo que experimentamos estaba más cerca de un renacimiento. El tratamiento comenzó con una ceremonia de curación en el exuberante salón al canción vacante del spa, donde una pequeña orquestina de instrumentos locales recreó los sonidos de la fronda, completos con gritos de Jaguar. Los masajes fueron hábilmente trascendentes. Pero era el dominio de hidroterapia, tan a menudo una idea de postrer momento, que era el corazón diástole de este spa. Una sala de vapor con forma de capilla, una piscina helada, una sauna establecida a la temperatura perfecta y una gigantesca bañera de hidromasaje. A posteriori, miré a Alejandro en la arnés de salón al flanco de la mía y apreté su mano antaño de que los dos caigamos en un dormitorio mediocampista, como bebés recién bañados.

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Gracias a un flujo de texto constante de fotos sonrientes de los padres de Ale, para el tercer día en Las Ventanas, me había relajado en un nuevo tipo de atrevimiento de maternidad. Uno en el que dejas a tu bebé en casa, confiando en que ella está en manos amorosas, y que volverás a ella completamente recargada, hambrienta con la origen nuevamente.

En las cuatro décadas antaño del salida de Ona, era muchas cosas: un escritor, un viajero, un atleta y un amigo de la comida y el caldo. Durante nuestros cuatro días en Las Ventanas, me volví a conectar con cada uno de estos seres, desde deleitar en ingredientes frescos e innovadores (fácilmente la mejor comida del hotel Alejandro y yo he tenido) y una brillante enseñanza de tenis privado con el preparador John Stein finalmente obtener un maldita pedicura. Permítanme decirlo de esta forma: si algún día te das cuenta de que tu esmalte de la uña de los pies es anciano que tu bebé, como lo hice yo, es hora de un Escape solo para adultos.

En nuestra última indeterminación, los fuegos artificiales perforaron el canción fijo. Brevemente de dorso en el modo mamá, entré en pánico: ¡El ruido despertará a Ona! Entonces recordé que estaba profundamente dormida en Texas. Me uní a Alejandro exterior para gozar la pantalla. Mañana, retendríamos a nuestra hija en nuestros brazos nuevamente y la vemos mirando asombrando a la luz del sol bailando en el techo como solo los bebés pueden. Pero esta indeterminación, fue nuestro turno de mirar, inmaduro, en las brillantes chispas doradas, y nos mantenía cerca.

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La terapia de pareja puede vigorizar su relación y ayudarlo a enemistar sus miedos más profundos. Pero unas asueto para parejas nos habían traído de dorso al inclinación que creó a nuestra hija en primer circunscripción. A veces, la mejor crianza no se comercio de sacrificio. Se comercio de tomar un refrigerio, disfrutar del sol y dejarse ser cocinado por una vez.

Una interpretación de esta historia apareció por primera vez en la tirada de febrero de 2025 de Viajes + ocio bajo el titular “Atrevimiento de maternidad. ”