Comentario de la prensa de aceitunas: Realizar búsquedas forenses en las cuentas bancarias de los políticos que siguen aprobando desarrollos turísticos destructivos en las costas de España.

PARA aquellos que no estén al tanto, el informe anual Black Flags detalla el verdadero estado de las playas de España.

Arranca el velo de relaciones públicas y denuncia a los ayuntamientos, gobiernos locales e intereses empresariales que arrasan ciertas áreas de la costa.

Fue ideado por el grupo de acción Ecologistas en Acción como respuesta al reluciente informe de Banderas Azules, que tantas veces pasa las playas de España con colores brillantes.

Y aunque el informe Black Flags puede perder impacto al adoptar un tono repetitivo, identificando la misma mala infraestructura o desarrollos no deseados año tras año, la edición de 2024 es un poco diferente.

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Este año, el grupo ecologista líder de España no se anda con rodeos.

El informe contundente va directo al grano, detallando cómo una y otra vez los políticos locales e incluso los organismos regionales están violando descaradamente las leyes ambientales.

Incluso señala por su nombre al Director General de Sostenibilidad Ambiental y Cambio Climático de la Junta de Andalucía.

En hermosas playas y puntos turísticos de España, se están aprobando desarrollos y se están cerrando los ojos a barbaridades y abusos.

En flagrantes infracciones de las leyes españolas y europeas, las Islas Canarias están permitiendo la construcción de cuatro nuevos mega resorts.

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Esto proviene de una clase política que ‘presume de sus ganancias de miles de millones de dólares’ mientras más del 35% de la población de Canarias está ‘en riesgo de pobreza’ y la tasa de desempleo se sitúa en un 20%.

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Es poco diferente en Andalucía, donde la Junta ha aprobado un chiringuito en Fuengirola que viola gravemente las regulaciones y amenaza la integridad de la costa.

Mientras tanto, en Tarifa y Vejer, se están trazando las líneas de batalla en la arena mientras una falange de desarrolladores adinerados continúa fisgoneando por tierras costeras para arrasar.

En Valencia la situación es peor, mientras que las Baleares no lo hacen mejor.

Los políticos están cometiendo harakiri en lo que queda de la costa de este país.

Mientras sus electores son estrangulados por un collar de hormigón, los políticos elegidos continúan cortejando a los bolsillos profundos, en su mayoría, de inversores extranjeros, que no dudarán en dividir lo que queda antes de subirse a sus aviones privados hacia otros lugares.

Los resultados no son solo desarrollos que no cumplen con las regulaciones y carecen de infraestructura de apoyo, sino una economía ‘turistificada’ que crea nuevos empleos en el sector hotelero mal remunerado mientras el costo de la vivienda se dispara de manera inasequible.

La mayoría de estos desarrollos no son en interés de la población española y es difícil no preguntarse por qué sus líderes elegidos los siguen aprobando.

Aunque dudamos en usar la temida ‘C-palabra’, una investigación forense en las cuentas bancarias personales de ciertos políticos que aprueban estos proyectos es necesaria.

Madrid debe tomar el control de la relación poco saludable entre negocios y política que ha estado floreciendo a plena vista a nivel municipal durante años.

Las costas de España tienen un límite. Salvar lo que queda es vital para el futuro del país.

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