Aunque las tasas de agotamiento del personal médico han empezado a estabilizarse, siguen siendo más altas que los niveles previos a la pandemia y quedan desafíos significativos. Se necesitan esfuerzos continuos para abordar las causas subyacentes del agotamiento y garantizar que los clínicos reciban el apoyo que necesitan. La falta de interoperabilidad, flujos de trabajo ineficientes y sistemas de comunicación fragmentados ponen una tensión innecesaria en equipos que ya están sobrecargados. Muchos proveedores siguen abrumados y frustrados, y cada vez más abandonan una profesión a la que han dedicado sus vidas.
