Cuando los payasos toman el control de un gobierno, deja de funcionar como un cuerpo gubernamental y en su lugar se convierte en un circo, aunque dirigido por individuos supuestamente educados, muchos con títulos universitarios y cualificaciones empresariales. Sin embargo, la competencia parece ser lo único que falta en sus credenciales. ¿Cómo pueden tantos funcionarios electos cometer errores tan fundamentales una y otra vez?
Este no es un problema aislado; permea todo el sistema. El Ayuntamiento de Orihuela acaba de concluir una semana tumultuosa de drama político, exponiendo aún más la creciente desconexión entre quienes tienen el poder y las personas a las que se supone que deben servir.
El 8 de febrero de 2025, Orihuela se convirtió efectivamente en “un feudo de la élite”, envuelto en escándalos que han sacudido el ayuntamiento. ¿Quién entre el público sigue creyendo que estos individuos son más capaces que el ciudadano promedio?
Los partidos de la oposición, especialmente Cambiemos y Ciudadanos, han sido más vocales que nunca, exigiendo investigaciones sobre otro escándalo de corrupción.
En esta ocasión, la fiscalía anticorrupción está investigando al partido gobernante PP por presuntas irregularidades en el servicio de mantenimiento de carreteras. El Ayuntamiento de Orihuela también ha sido criticado por su falta de transparencia en cuanto al mantenimiento de las carreteras costeras, que ahora está bajo el control del Servicio Municipal de Gestión Ambiental de Orihuela. La pregunta sigue en el aire: ¿quién se beneficia realmente de esta reestructuración?
Según el periódico Leader, el 8 de febrero, la fricción entre los partidos de la coalición, PP y VOX, está aumentando debido a disputas de financiación. Sin embargo, la historia ha demostrado que estas discrepancias rara vez resultan en un cambio significativo, ya que los concejales parecen priorizar sus salarios sobre su integridad.
Desde la formación de Orihuela, el PP ha gobernado casi ininterrumpidamente. Con el tiempo, su liderazgo se ha vuelto estancado, egocéntrico y sin rumbo. Para encontrar soluciones, primero debemos reconocer la raíz del problema. Los mismos políticos que crearon este desastre no pueden esperarse que lo solucionen. La realidad es que estamos siendo gobernados por una locura ideológica.
El descontento se está extendiendo más allá de Orihuela Costa; ahora, todo el municipio se siente abandonado. Lo que se necesita desesperadamente es un liderazgo fuerte, alguien con el carisma y la determinación de Johnson, Farage o Trump. Independientemente de las opiniones personales sobre sus políticas, estos líderes llegaron en momentos críticos, dando voz a los marginados, los excluidos y aquellos que se sentían ignorados.
Orihuela debe romper el ciclo de corrupción política. El verdadero problema no son solo las políticas, sino una cultura en la que los políticos priorizan la ganancia personal sobre el servicio público. Han olvidado su deber fundamental: servir al municipio, no a ellos mismos.
El elefante en la habitación es la necesidad urgente de un nuevo movimiento político, uno que sea democrático, transparente y liderado por una figura carismática conocida y respetada en la Costa y más allá.
Él o ella debe ser alguien capaz de unir las diversas secciones de la comunidad, independientemente de la nacionalidad, profesión o grupo social, abordando las preocupaciones apremiantes de las familias, la educación, el bienestar y la infraestructura.
Después de años de escándalos, con alcaldes pasados y presentes desfilando por los tribunales junto con sus concejales, la gente de Orihuela merece algún tipo de estabilidad. Es hora de reconstruir lo que se ha perdido, de restaurar la fe en la gobernanza y de priorizar el bienestar de la comunidad sobre el interés propio de los políticos.
Como dijo John F. Kennedy: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país”. Ahora es el momento para que la gente de Orihuela exija algo mejor, para que defiendan a su comunidad y provoquen un cambio real.