Canibalización de tierras rurales en Mallorca a través del desarrollo

En 2018, se llevó a cabo el primer censo oficial de casas rurales en Mallorca. Trabajo preliminar para la redacción del nuevo Plan Territorial de Mallorca, este censo arrojó un total de 53.170 viviendas.

En 2022, se preparó un informe para el Consejo de Mallorca por parte de especialistas en asuntos ambientales, económicos y sociológicos. Este concluyó que el plan territorial debía ser modificado para prohibir la construcción de más viviendas en suelo rústico, tal como lo había hecho Menorca en 2002. El informe aún está en el cajón, y existen temores de que esté siendo completamente ignorado debido al decreto de simplificación administrativa del Gobierno Balear. Aprobado por el parlamento el martes, esto permitirá la legalización de cientos de edificaciones en suelo rústico.

Ecologistas, conservacionistas, agricultores, urbanistas y arquitectos se encuentran entre aquellos que están preocupados. El arquitecto Jaume Luis Salas compara la situación con el proceso de ‘Balearización’ de los años 60 y 70 – “Un modelo de desarrollo turístico que devastó las costas de las Islas Baleares y que dejó una profunda huella ambiental y social en las islas.” Ahora podríamos estar a punto de experimentar una actualización de esto – “Un nuevo fenómeno que amenaza a Mallorca: la canibalización de la tierra rural.”

“A medida que se ha agotado el suelo urbanizable costero, la construcción se ha expandido hacia el interior, devorando paisajes y ecosistemas rurales. Esta construcción voraz, favorecida por regulaciones obsoletas y la globalización, ha desencadenado una serie de consecuencias: pérdida de biodiversidad, contaminación, fragmentación de hábitats y erosión de la identidad local.

“Necesitamos nuevas regulaciones de ordenación del territorio que promuevan un nuevo modelo territorial y una construcción sostenible que respete el medio ambiente y el paisaje, basado en la eficiencia energética, la selección de materiales respetuosos y la minimización del impacto ambiental, ofreciendo una alternativa al modelo balear.”

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Ese informe de 2022 alimentó el documento ‘Estrategia Mallorca 2030’. El Consejo de Mallorca, entonces dirigido por el PSOE, hizo mucho alarde de esta estrategia y sin embargo, no se concretó nada. Una observación del informe fue: “Cada día que pasa, una hectárea natural o agrícola (que proporciona alimentos, combustible, biodiversidad, paisajes, captura CO2, infiltra agua, recicla materia y proporciona servicios incalculables) es destruida y comienza a demandar materiales (a menudo desde el otro lado del mundo). Produce residuos, consume agua y suelo, genera nuevas necesidades de movilidad y representa una nueva fuente de emisiones.”

Durante años, los ecologistas de GOB han estado exigiendo que no haya construcción en el suelo rústico de Mallorca. La portavoz Margalida Ramis afirma: “Ningún gobierno se ha atrevido a hacer esto. Por lo tanto, hay cada vez más caminos asfaltados en suelo rural y más servicios típicos de áreas urbanas. Los usos turísticos, con el auge de los alquileres vacacionales, están creando una enorme presión. La construcción de piscinas está fuera de control. A esto se suma ahora la transformación del suelo para usos industriales, ya sea para la producción de energía – grandes parques solares o una planta de hidrógeno – o para la construcción de una macrogranja (por ejemplo, la granja propuesta para pollos en Sineu). Se está produciendo una transformación silenciosa del suelo rural.”