Calaveras y bolsas de cuerpos: Buscando a los desaparecidos de Siria

Khaled al Hamad excavated human remains while searching for his two missing brothers, who disappeared during the Assad regime. Adra, a peculiar neighborhood cemetery, was previously controlled by President Bashar al-Assad’s forces. However, after their departure, Khaled discovered shallow graves containing bags labeled with names and prison numbers. Desperately searching for his brothers, Khaled found bags containing human skulls and bones. He believes his brothers may be among the remains. The fall of Assad has brought hope to families searching for loved ones who vanished in his notorious prison system. Many families, like Khaled’s, are seeking closure for their missing relatives. The brutal practices of Assad’s regime are evident in the torture rooms and documentation found in abandoned facilities. The agony of not knowing the fate of loved ones is a common experience for many families affected by Assad’s rule. La falta de un sistema ordenado significa que cada día se están perdiendo pruebas críticas en sitios de toda Siria: información sobre los desaparecidos, pero también potencialmente, cualquier vínculo entre el régimen de Assad y gobiernos extranjeros como EE.UU. o el Reino Unido, ambos acusados de beneficiarse de la política estadounidense de entrega extraordinaria, en la que sospechosos de terrorismo eran enviados para ser interrogados a países que usaban tortura. Los grupos de derechos humanos han acusado al gobierno del Reino Unido de hacer la vista gorda ante la práctica de EE.UU. durante la llamada guerra contra el terrorismo, cuando Estados Unidos enviaba detenidos a varios países en Oriente Medio, incluida Siria. Fuera, los hangares silenciosos de la base aérea están salpicados de los restos carbonizados de aviones y radares de fabricación rusa, alcanzados por repetidos ataques aéreos israelíes en la última semana. La partida de Assad ha cambiado el delicado equilibrio de poder entre los grupos en conflicto en Siria y sus diversos patrocinadores internacionales, incluidos Turquía, Irán y EE.UU. Esto nunca fue solo la guerra de Siria y las potencias externas todavía tienen un interés en lo que sucede aquí. Los sirios están decididos a que ha llegado el momento de gobernarse a sí mismos sin que nadie les dicte qué hacer. Al irnos, un joven combatiente de HTS sube a un techo para destrozar el retrato de Assad que cuelga sobre el edificio de interrogatorios. Sonríe a los camaradas que observan desde abajo, mientras fotos y documentos de los archivos militares del régimen revolotean alrededor de sus botas. La caída de Assad ha planteado preguntas aún sin respuesta sobre el futuro de Siria, pero también ha dejado sin responder muchas preguntas del pasado.

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