Getty Images
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha bloqueado la adquisición de US Steel por una empresa japonesa más grande, cumpliendo una promesa política a pesar de los temores de que la medida podría perjudicar las relaciones de Washington con Tokio y ahuyentar a otros inversores extranjeros.
Biden citó amenazas a la seguridad nacional al rechazar la compra de Nippon Steel, diciendo que la propiedad estadounidense era importante para mantener fuerte la industria del acero de Estados Unidos y sus cadenas de suministro.
Su intervención sigue a la presión del sindicato United Steelworkers, que se había opuesto a una transacción que era un tema político sensible en la campaña presidencial de Estados Unidos de 2024.
Nippon Steel y US Steel dijeron que la decisión de Biden mostraba que la revisión del acuerdo había sido “corrompida” por ganancias políticas.
Las dos compañías, que habían amenazado con demandar al gobierno si el acuerdo no se llevaba a cabo, dijeron el viernes que tomarían “medidas apropiadas para proteger sus derechos legales”.
“Creemos que el presidente Biden ha sacrificado el futuro de los trabajadores del acero estadounidenses por su propia agenda política”, dijeron las compañías en un comunicado, agregando que la medida envió “un mensaje escalofriante a cualquier empresa con sede en un país aliado de Estados Unidos que esté contemplando una inversión significativa en Estados Unidos”.
La decisión de Biden llega un año después de que Nippon Steel anunciara por primera vez el acuerdo de $14.9 mil millones para comprar a su rival más pequeño con sede en Pensilvania.
Plantea preguntas significativas sobre el camino a seguir para la empresa, un nombre de 124 años que alguna vez fue un símbolo del poder industrial estadounidense pero que ahora está muy disminuido.
Pasaron meses buscando un comprador antes de anunciar la asociación con Nippon Steel, el cuarto mayor productor de acero del mundo, en diciembre de 2023.
US Steel ha advertido que podría tener que cerrar fábricas sin la inversión que vendría con un nuevo propietario, preocupaciones que habían sido compartidas por algunos trabajadores y políticos locales.
Las dos compañías se habían comprometido a no recortar empleos y habían hecho otras concesiones en un esfuerzo por obtener apoyo para el acuerdo. Justo esta semana, ofrecieron financiar un centro de formación laboral, y al parecer dar al gobierno el derecho de veto sobre posibles recortes de producción.
Pero los argumentos no lograron convencer a Biden, quien se había opuesto al acuerdo a principios del año pasado, cuando la temporada electoral se intensificó y el estado clave de Pensilvania estaba listo para desempeñar un papel crucial.
La transacción también fue criticada por el presidente electo Donald Trump y el próximo vicepresidente, JD Vance, cuyos llamamientos a los trabajadores sindicales formaron una gran parte de su mensaje de campaña.