En 1946, se casó con Graciano Rozada Vallina, un minero y militante socialista que fue capturado por la policía de Franco mientras servía con las fuerzas republicanas, pero logró escapar y huir a Francia al año siguiente. Pronto se unió a él allí, en Saint-Éloy-les-Mines, donde vivieron hasta su muerte en 2003. Ese año, después de 56 años en el exilio, regresó a Gijón para enterrar sus cenizas.
Le sobreviven sus dos hijos, María Ángeles Rozada y José Antonio Rozada, dos nietos y un bisnieto.
La Sra. Flórez Peón, que en sus 90 años fue descrita por El País como “pequeña, sonriente, encantadora y caminando con paso firme”, estaba encantada de posar para selfies en el festival del libro de Madrid, donde presentó sus memorias, “Memorias de Ángeles Flórez Peón: Maricuela” publicadas en 2009, y “Las Sorpresas de Maricuela”, de 2013.
“Ella escribió sus memorias en Francia”, dijo el Sr. Rozada, su hijo. “Fue durante esos años después de que crecimos. Creo que comenzó a finales de los años 70. Le conseguimos una máquina de escribir, y aprendió a usarla. Era una mujer con mucha energía y tenía un fuerte deseo de escribir. Escribió páginas y páginas. Pensaba que era importante escribir las memorias de los que habían muerto, para que la juventud de hoy pudiera compartir la memoria.”
La Sra. Flórez Peón permaneció comprometida con el socialismo, la igualdad de género y los derechos de los homosexuales. Su hijo recordó: “Siempre decía: ‘Ten cuidado. Si no estamos unidos, la extrema derecha volverá’. Y permaneció orgullosa de su papel como guardiana esencial de la memoria de España después de décadas de olvido impuesto por el estado durante los años de Franco.
“Un país sin memoria es un país sin alma”, dijo. “España estaba sin alma. No podemos olvidar, ni podemos resentir. Porque si lo hiciéramos, nos convertiríamos en ellos.”