Los recientes asesinatos de al menos 10 personas en el estado de Sinaloa, al norte de México, parecen estar relacionados con disputas internas en el cartel dominante del tráfico de drogas en la zona. Estos eventos confirman los temores de posibles repercusiones por la detención el 25 de julio de dos importantes líderes del cartel.
El mes pasado, Joaquín Guzmán López, conocido como el Chapitos o “Pequeños Chapos”, uno de los hijos del líder encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán, se entregó a las autoridades estadounidenses. Se ha mencionado que secuestraron al líder de la facción rival, Ismael “El Mayo” Zambada, obligándolo a tomar el mismo vuelo a El Paso y entregándolo a las autoridades.
Las autoridades mexicanas se encuentran en una situación complicada, ya que no estuvieron involucradas en la captura del 25 de julio, pero tampoco desean intervenir para acabar con el cartel de Sinaloa. La fragmentación del cartel pone en juego quién tomará el control de la facción de Zambada, ahora que este se encuentra en una cárcel estadounidense.
El gobernador del estado de Sinaloa, Rubén Rocha, reconoció que al menos cuatro asesinatos del viernes y seis del sábado estaban relacionados con la disputa entre las facciones en guerra del cartel. Rocha expresó su deseo de paz y exhortó a los violentos a detener sus acciones.
El presidente Andrés Manuel López Obrador también se pronunció al respecto, reconociendo que otros dos asesinatos estaban relacionados con la disputa interna en el cartel. Manifestó su preocupación por evitar que la situación en Sinaloa empeore y destacó la importancia de mantener la estabilidad en la región.
Los analistas sugieren que el gobierno mexicano evita intervenir en el conflicto debido a la información perjudicial que ambas facciones del cartel poseen sobre funcionarios corruptos, y que podrían revelar en cualquier momento. Esta situación ha llevado a exhortaciones desesperadas por parte de las autoridades para evitar enfrentamientos entre los bandos en disputa.
La estrategia de paz que busca el gobierno, donde los cárteles de la droga operan sin causar demasiada violencia, ha sido elogiada por el presidente en el pasado. López Obrador ha criticado la política pasada de erradicación de cárteles impuesta por Estados Unidos, argumentando que no está de acuerdo con esa estrategia.
El analista de seguridad mexicano David Saucedo señala que las autoridades parecen renuentes a intervenir por el temor a la posible presión que Zambada, el líder capturado, podría ejercer utilizando su conocimiento interno sobre políticos corruptos. Zambada ha demostrado estar dispuesto a revelar información comprometedora si se ve amenazado.
Si el objetivo de Zambada es asegurar una transición ordenada en la organización que lidera, los recientes asesinatos no auguran nada positivo para esta estrategia. Al menos dos de los hombres asesinados la semana pasada eran colaboradores cercanos de Zambada, lo que sugiere un deterioro en la situación interna del cartel.
La historia del cartel de Sinaloa siempre ha estado marcada por disputas y rivalidades entre clanes, como lo demuestran los recientes actos de violencia en la región. La lucha por el liderazgo y el control del negocio del narcotráfico ha generado tensiones y conflictos que han desembocado en situaciones violentas.
El Chapo, fundador del cartel de Sinaloa, actualmente cumple cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos. Su legado y la estructura del cartel han sido puestos a prueba por las luchas internas y la fragmentación de la organización.
La compleja situación en Sinaloa refleja la necesidad de mantener la paz y evitar un recrudecimiento de la violencia en la región. Las autoridades mexicanas enfrentan el desafío de controlar la situación y prevenir posibles consecuencias catastróficas derivadas de las disputas internas en el cartel de Sinaloa.