Hasta el 10% de los adultos en EE. UU. desarrollan cálculos renales en algún momento de sus vidas, y el número ha ido en aumento en las últimas décadas. Esto significa que más personas ahora enfrentan dolor insoportable y complicaciones debido a estos depósitos cristalizados. Los cálculos renales, también llamados nefrolitiasis, se caracterizan por acumulaciones sólidas que se forman en los riñones y causan un intenso dolor en el costado, sangre en la orina y náuseas.
Si no se tratan, los cálculos renales a veces bloquean el flujo de orina y pueden llevar a infecciones persistentes del tracto urinario o incluso a un daño renal irreversible. Los episodios repetidos de cálculos renales pueden reducir significativamente la calidad de vida.
Los hábitos alimenticios, especialmente el consumo de grasas, desempeñan un papel fundamental en la formación de cálculos renales, ya que la ingesta elevada de ácidos grasos se correlaciona con una mayor incidencia de cálculos renales. Mientras que la medicina convencional a menudo se centra únicamente en la ingesta inadecuada de líquidos como una de las principales causas de cálculos renales, estos datos dejan en claro que las grasas dietéticas también merecen una atención especial.
Nuevos conocimientos sobre las grasas dietéticas y el riesgo de cálculos renales
Un estudio publicado en Scientific Reports reunió datos para ver si la ingesta dietética de grasa —saturada, monoinsaturada y poliinsaturada— influye en las probabilidades de formar cálculos renales. Los investigadores querían determinar si algún tipo particular de grasa está fuertemente conectado con este problema o si la cantidad total de grasa es más importante.
Evaluaron a 30,716 participantes durante varios años, recopilando detalles sobre lo que comían, si habían sido diagnosticados con cálculos renales y cómo factores como el peso corporal, el nivel de azúcar en la sangre y la dieta general contribuyen a la formación de cálculos. Estos participantes representaban una amplia muestra de la población adulta de EE. UU. y abarcaban una amplia variedad de hábitos alimenticios.
El equipo se basó en el conjunto de datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) que abarca desde 2007 hasta 2018, lo que permitió observar detenidamente cómo se compara el consumo de ácidos grasos con la presencia de cálculos renales pasados o actuales.
Según los resultados, cada aumento diario de 10 gramos en grasas saturadas se relacionó con un aumento del 22% en las probabilidades de cálculos renales, las grasas monoinsaturadas con un aumento del 10% y las grasas poliinsaturadas (PUFAs) con un aumento del 21%. En otras palabras, a medida que agregas más gramos de grasas a tus comidas, la probabilidad de encontrarte con cálculos renales aumenta a distintos grados.
Los análisis de subgrupos no encontraron una “zona segura” evidente para ningún tipo de grasa. Más bien, las tres categorías —saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas— se correlacionaron con un aumento en la incidencia de cálculos. El estudio también investigó si la proporción entre diferentes ácidos grasos importaba. Los ácidos grasos omega-3 a menudo reciben elogios por sus propiedades antiinflamatorias, mientras que los ácidos grasos omega-6 aumentan la inflamación si se consumen en grandes cantidades. Y, de hecho, una mayor proporción de omega-6 a omega-3 se asoció con un aumento más pronunciado en el riesgo de formación de cálculos.
Estos hallazgos sugieren que moderar tu ingesta de grasa es una elección inteligente, especialmente si eres propenso a cálculos renales o los has tenido antes. Sin embargo, en lugar de centrarse en un solo nutriente, es esencial considerar tu dieta en general, ya que un enfoque equilibrado que tenga en cuenta múltiples factores dietéticos ofrecerá los mejores resultados a largo plazo. Uno de esos factores es la carga ácida dietética, que puede influir en el equilibrio mineral y el pH urinario, ambos de los cuales juegan un papel en la formación de cálculos renales.