Escuela de teléfonos móviles en España para mamá y papá – ¡no, en serio!

Por Michael Coy

ESPAÑA se está dando cuenta del verdadero tamaño del ‘problema’ de los teléfonos móviles. La edad promedio en la que un niño adquiere un teléfono móvil es de 11 años. Hoy en día, estos dispositivos no son realmente teléfonos, son poderosos portales de internet.

Las estadísticas muestran que la mitad de nuestros hijos están en línea hasta cinco horas al día. Solo tres de cada diez jóvenes dicen que sus padres establecen algún tipo de reglas con respecto a internet. Esto tiene implicaciones para la sociedad en su conjunto.

Nos debemos preguntar: ¿estamos perdiendo contacto con nuestros adolescentes? Aquí en España, actualmente hay un ‘boom’ en talleres para padres que sienten que necesitan estrategias para ayudarles a lidiar con el problema de internet.

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“Los expertos nos han enseñado mucho”, dice un padre, “cosas como cómo administrar nuestro tiempo de manera más eficiente y cómo negociar con un adolescente.”

“FAD Juventud” es una fundación nacional que comenzó en la década de 1980 como un grupo gubernamental que luchaba contra el uso de drogas ilegales, pero que ha ampliado sus actividades y ahora ofrece cursos para padres e investiga sobre los adolescentes y su uso de teléfonos móviles.

Un padre que se inscribió en un curso de FAD Juventud es Ambrosio. Tomó el curso el otoño pasado. Ambrosio (que vive en Granada) sentía que su relación con su hijo de 14 años se había deteriorado en una serie de discusiones. “No sabía cómo manejar la situación”, dice. “Todo se había vuelto confrontacional. Su adicción al teléfono móvil estaba afectando su trabajo escolar.”

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El beneficio de la ‘escuela de teléfonos móviles’ fue doble, en opinión de Ambrosio: “Primero, aprendí que no soy el único; muchos padres están en la misma situación y cometen los mismos errores que yo. Segundo, hay formas de discutir el uso de internet con mi hijo sin pelear.”

Una estrategia simple pero efectiva es hacer del domingo un día de ‘almuerzo familiar’, comiendo fuera, pero sin teléfonos móviles. Los padres y los niños pueden conectarse y hablar juntos en un ambiente agradable durante un par de horas.

Rocío Paños es la directora de “Familias y Bienestar”, la rama de FAD Juventud que dirige el curso ‘Familias Digitales: Resolución Positiva de Conflictos Tecnológicos’. “No se dejen intimidar por el título tan largo”, se ríe.

“Nuestros talleres son simples y fáciles. Tres sesiones, cada una de dos horas, cara a cara. Una cosa que desafiamos en el comportamiento de los padres mismos es, ¿qué ejemplo están dando a sus hijos en su propio uso de teléfonos móviles?” Señala que las reglas simples y fáciles funcionan mejor, como no usar internet después de las 10 p. m., por ejemplo, o no usar móviles en el dormitorio o en la mesa durante la cena.

Ana Caballero aconseja no darle a un niño pequeño una pantalla tipo tableta para calmarlo. Ana es la vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital. “Lo que estás haciendo es, estás usando la tecnología como un ‘chupete’ y estás enseñando a ese niño a ir a la pantalla electrónica cada vez que surge el aburrimiento o el estrés.”

“Originalmente”, dice Rocío García de la escuela ‘Empantallados’ para padres, “la gente vino a nosotros únicamente porque sus hijos adolescentes usaban demasiado sus teléfonos, pero cada vez más buscan nuestro consejo sobre el ciberacoso.” ¿Es eso una cosa?

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Definitivamente lo es. El acoso en línea es un grave problema que, en casos extremos, puede llevar al suicidio adolescente. Comienza cuando un individuo es señalado y es objeto de mensajes insultantes. Para el grupo, parece divertido y los insultos son fáciles de escribir. La víctima no ve más que un constante flujo de abusos, en blanco y negro, por así decirlo.

Los perpetradores lo hacen en un momento y lo olvidan, mientras que la víctima lee y vuelve a leer los insultos escritos por ‘amigos’. Los adultos, con experiencia de vida, pueden no encontrar agradables los mensajes de texto abusivos, pero pueden ponerlos en contexto; los adolescentes no pueden hacer eso. Los insultos son devastadores. Y los adolescentes que han sido objeto de este tipo de acoso dicen que el peor aspecto es que extraños se unen. Jóvenes al azar leen los insultos y añaden los suyos, dejando a la víctima sintiendo que todo el mundo lo odia.

Los padres preocupados pueden obtener más información en el sitio web de FAD Juventud, en FAD.es