Mensaje de Navidad del Rey Felipe de España 2024.

Felipe VI ha pronunciado su undécimo mensaje de Navidad desde que se convirtió en rey. Este es el contenido completo de su discurso televisado:

“Buenas noches y gracias por permitirme unirme a ustedes por unos momentos en una noche tan especial de reunión y celebración. Junto a la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, les deseo una feliz y apacible noche.”

Esta Nochebuena, me gustaría comenzar abordando, y estoy seguro de que lo entenderán, la terrible tormenta Dana que golpeó con inusual fuerza hace casi dos meses en varias zonas del este y sur de España, especialmente en Valencia.

Las personas que perdieron la vida y las que aún están desaparecidas merecen nuestro máximo respeto, y nunca debemos olvidar el dolor y la tristeza dejados atrás para sus familias. Miles de personas vieron cómo lo que había sido su pueblo, su vecindario, su lugar de trabajo, su hogar, su negocio o su escuela quedaba reducido a escombros o incluso desaparecía.

Es una realidad difícil de asimilar, pero de la que todos debemos esforzarnos por sacar las lecciones necesarias para fortalecernos como sociedad y ayudarnos a crecer.

Nunca debemos olvidar esas primeras imágenes de la inundación que destruyó todo a su paso: los rescates de personas—algunas enfermas, mayores o exhaustas—intentando escapar de sus coches o buscando refugio en los tejados. También presenciamos a aquellos que abrieron sus hogares para cuidar de los más vulnerables, contrarrestando la implacable fuerza del agua y el barro con el abrumador poder de la solidaridad y la humanidad. Vecinos, voluntarios, equipos de protección civil, bomberos, fuerzas de seguridad, Fuerzas Armadas, ONG e incluso empresas que organizaron recogidas y donaciones, movilizando a su personal y maquinaria—la ayuda y colaboración de todos han permitido a las más de 800,000 personas afectadas recuperar gradualmente algo de normalidad en sus vidas.

Se están haciendo esfuerzos también para asegurar que las necesidades a medio y largo plazo sean atendidas para garantizar una verdadera recuperación.

Esta solidaridad pura y práctica ha sido reconocida día tras día en el incansable trabajo de voluntarios anónimos y de los servidores públicos. Al mismo tiempo, también hemos observado—y entendido—la frustración, el dolor, la impaciencia y las llamadas a una mayor y más eficaz coordinación entre las autoridades. Todas estas emociones—las que nos conmueven y reconfortan, y las que nos hieren y entristecen—provienen de una fuente común: la conciencia del bien común, la expresión del bien común o la demanda del bien común.

A pesar de las diferencias y desacuerdos ocasionales, en la sociedad española persiste un claro sentido de lo que beneficia a todos y lo que, por tanto, debe ser protegido y fortalecido. Esto es algo que la Reina y yo hemos observado y apreciado aún más profundamente durante esta década de reinado. Es responsabilidad de todas las instituciones y administraciones públicas asegurarse de que esta noción del bien común siga reflejándose claramente en cualquier discurso o decisión política. El consenso sobre lo esencial, no solo como resultado sino también como práctica constante, debe guiar siempre la esfera pública.

LEAR  Nuestra forma de demostrar nuestro amor

Esto no es para sofocar la diversidad de opiniones—legítima y necesaria en una democracia—sino para evitar que esta diversidad conduzca a la negación de la existencia de un espacio compartido.

Es a partir de este acuerdo sobre lo esencial que debemos abordar los temas que nos preocupan y afectan nuestras vidas colectivas de diversas maneras. La creciente inestabilidad internacional, el clima del debate público, los desafíos para acceder a la vivienda y la gestión de la inmigración son algunos de los asuntos que merecen nuestra atención y que deseo discutir esta noche.

La inmigración es un fenómeno complejo de gran sensibilidad social, surgido de diversas causas. Sin los movimientos de población a lo largo de la historia, las sociedades actuales—abiertas e interconectadas—no podrían entenderse. Como una realidad diaria, la migración, si no se gestiona adecuadamente, puede llevar a tensiones que erosionan la cohesión social.

El esfuerzo por la integración, que involucra a todos, el respeto por las leyes básicas y las normas de convivencia y civilidad por parte de todos, y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece son los pilares que deben guiarnos en el abordaje de la inmigración. Al mismo tiempo, nunca debemos olvidar la firmeza requerida para combatir las redes y mafias que trafican con seres humanos. Cómo abordamos la inmigración—lo que también requiere una buena coordinación con nuestros socios europeos, así como con los países de origen y tránsito—reflejará mucho sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia.

Otro problema apremiante, especialmente para los jóvenes, es la dificultad para acceder a la vivienda. Las ciudades, especialmente las grandes áreas urbanas, actúan como polos de crecimiento, generando una demanda que la oferta lucha por satisfacer. Es importante que todas las partes interesadas reflexionen, se escuchen mutuamente, exploren diversas opciones y se involucren en un diálogo para desarrollar soluciones que hagan la vivienda accesible en condiciones razonables, especialmente para los jóvenes y los más vulnerables. Esta es la base de la seguridad y el bienestar para muchos proyectos de vida—y es algo que podemos lograr.

LEAR  Eventos en Mallorca del 25 al 31 de octubre de 2024

Nuestras vidas también están moldeadas por un entorno externo cada vez más complejo y volátil. Con demasiada frecuencia, vemos desafíos a la ley internacional, recurso a la violencia, negación de la universalidad de los derechos humanos o cuestionamiento del multilateralismo para abordar desafíos globales como crisis climáticas, pandemias, transiciones energéticas, comercio y escasez de recursos. Incluso presenciamos debates sobre la validez de la democracia misma como sistema de gobierno.

En este contexto, España, junto con otros Estados miembros de la Unión Europea, debe defender resueltamente los fundamentos de la democracia liberal, los derechos humanos y los logros del bienestar social que sustentan nuestro proyecto político compartido. Europa—la idea de Europa—es una parte esencial de nuestra identidad compartida y un legado que debemos a las generaciones futuras. En un mundo que necesita actores fuertes y cohesionados, guiados por principios y valores, Europa sigue siendo nuestro punto de referencia más valioso.

A nivel nacional, nuestra mayor referencia es la Constitución de 1978, sus palabras y su espíritu. El acuerdo sobre lo esencial fue el principio fundamental que lo inspiró. Trabajar por el bien común significa preservar este gran pacto de convivencia, que afirma nuestra democracia y consagra nuestros derechos y libertades—los pilares de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho.

Incluso después de tanto tiempo, la armonía que le dio origen sigue siendo nuestra sólida base. Cultivar este espíritu de consenso es vital para fortalecer nuestras instituciones y mantener la confianza de la sociedad en ellas.

Un pacto de convivencia se preserva a través del diálogo—el tipo de diálogo, llevado a cabo con dignidad y generosidad, que siempre debe nutrir la definición de la voluntad compartida y la acción estatal. Por esta razón, es esencial que la competencia política—legítima pero a veces ensordecedora—no ahogue un llamado más rotundo: un llamado a la serenidad. La serenidad en la vida pública y la vida cotidiana, para perseguir proyectos colectivos o individuales, para prosperar y cuidar y proteger a quienes más lo necesitan.

La reciente reforma del artículo 49 de la Constitución, referente a las personas con discapacidad, es un buen ejemplo de lo que podemos lograr juntos. No podemos permitir que la discordia se convierta en un ruido de fondo constante que nos impida escuchar el verdadero pulso de nuestros ciudadanos.

Como he dicho muchas veces antes, y me gustaría repetir: España es un gran país. Una nación con una historia extraordinaria—a pesar de sus capítulos oscuros—y ejemplar en su desarrollo democrático en las últimas décadas, superando incluso la amenaza del terrorismo que cobró tantas víctimas.

LEAR  Cierre temporal del aeropuerto de Málaga - Euro Weekly News

Es un país con un presente prometedor, a pesar de los desafíos que quedan, como abordar la pobreza y la exclusión social. El desempeño de nuestra economía—en términos de crecimiento, empleo y exportaciones—es alentador, y el nivel general de bienestar social es notable. Mirando hacia el futuro, creo sinceramente que los españoles tienen un inmenso potencial, que debería llenarnos de esperanza tanto a nivel nacional como internacional.

Este futuro radica principalmente en nuestra juventud—la juventud que nos ha llenado de orgullo en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos y los recientes Campeonatos Europeos, que innovan a pesar de las dificultades y lideran en nuestra ciencia. Es la juventud que respeta a nuestros mayores y su valiosa experiencia, que aboga por el progreso en la igualdad y que se prepara en escuelas, universidades y centros de formación profesional para incorporarse al mercado laboral con determinación a pesar del desempleo juvenil.

Sobre todo, es la juventud que nos ha llenado de orgullo, volcándose en las calles de los pueblos afectados por la Dana para darlo todo.

Con este espíritu de trabajo y compromiso con el bien común, concluyo mis palabras y regreso a donde comencé—a todos los pueblos y regiones afectados por las inundaciones, donde aún queda mucho por hacer y donde las necesidades de los vecinos a menudo superan todos los esfuerzos, aunque la esperanza perdure.

Que la solidaridad que nos ha unido en los momentos más difíciles siga presente en cada gesto, cada acción y cada decisión. Que la ayuda llegue a todos los necesitados, para que puedan reconstruir el futuro por el que han luchado con valentía y dignidad, enfrentando un presente que a menudo puede ser despiadado. Cuanto antes logremos esto, más fuerte será nuestro sentido de comunidad y nación.

Porque la memoria del camino que hemos recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro son partes inevitables—quizás las más valiosas pero también las más delicadas—de nuestro bien común.

Que el espíritu de estos días de unión y armonía perdure en el Año Nuevo. Desde la Reina, nuestras hijas la Princesa Leonor e Infanta Sofía, y yo, les deseamos a todos una muy Feliz Navidad.

Eguberri On, Bon Nadal, Boas Festas.