Jubilado teniendo que pagar una multa grande que no recibió

En octubre de 2022, se encontraron miles de cartas, incluidas facturas y notificaciones de multas emitidas por el Ayuntamiento de Palma, tiradas en un torrente cerca del hipódromo de Son Pardo.

Aparentemente, habían sido arrojadas por el personal de reparto que trabajaba para CI Postal, la empresa encargada de distribuir notificaciones de multas de tráfico. Se argumentó que los empleados estaban bajo una gran presión para realizar entregas, más de 1.000 cartas y notificaciones por día.

En mayo de 2023, el ayuntamiento estableció especificaciones más estrictas para el contrato de entrega. Correos se encargó de esto de forma temporal. En mayo de este año, CI Postal fue multada con 186.600 euros por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia de España debido al incumplimiento de los términos del contrato de entrega. Otra empresa, Hispapost, fue multada con 44.000 euros. La comisión tuvo en cuenta más de 6.000 cartas no entregadas.

En 2022 hubo informes sobre la falta de entrega de notificaciones y personas que recibían sorpresas desagradables cuando se les informaba más tarde de multas más altas por falta de pago.

Se suponía que todos los problemas eran cosa del pasado. Pero la experiencia de al menos un residente de Palma sugiere que no lo son. El pensionista Joan Ferrer vive en Sant Jordi. Se está quedando sin tiempo para apelar una multa de tráfico por exceso de velocidad – su hijo conducía el coche – en febrero de este año. Según el ayuntamiento, se le envió la notificación en abril. Él dice que no la recibió hasta agosto. Era de 1.200 euros y no había opción de un 50% de descuento por pago anticipado.

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Desde agosto ha estado luchando con el ayuntamiento para al menos permitirle pagar una multa con descuento. El ayuntamiento mantiene que la notificación de la multa se manejó correctamente en abril y con la opción de descuento para el pago en 20 días. Los registros de la empresa de reparto indican que se intentó entregar la notificación en persona el 22 y 25 de abril.

Él niega categóricamente esto y también una afirmación de que la empresa había llamado a su puerta y dejado una nota en su buzón. Joan insiste en que estaba en casa en ambas fechas. Su esposa estaba enferma en ese momento y no salían. “No recibimos nada en esas fechas; nada hasta agosto. No sé qué hacer ni a dónde acudir. Me siento abandonado por mi propio ayuntamiento.”

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