Los sistemas de atención médica actuales en los EE. UU. a menudo dividen las condiciones de salud, tratando la salud física y mental como entidades distintas. Este enfoque disociativo ha llevado a una perspectiva limitada sobre el tratamiento de la diabetes centrado en gran medida en los síntomas físicos. Muchos tienden a ver la diabetes únicamente en términos de ser un trastorno metabólico. Sin embargo, solo estamos abordando un lado de la ecuación de la salud cuando se trata de la salud del paciente.
La evidencia emergente sugiere que los problemas de salud mental, como la ansiedad, están entrelazados con la diabetes y pueden influir significativamente tanto en su inicio como en su progresión. Aquellos con diabetes tienen una prevalencia de ansiedad tres veces mayor que la población general. Si bien el estrés y la ansiedad son partes normales de la vida, el estrés crónico altera las vías hormonales, induce inflamación sistémica y perturba el equilibrio metabólico. Abordar la salud mental debe verse no solo como complementaria, sino como una parte fundamental para comprender y gestionar completamente la diabetes.
La mayoría de los tratamientos actuales se centran en la gestión de las causas físicas y los síntomas de la diabetes. Las soluciones farmacológicas como los agonistas del receptor del GLP-1, incluidos Wegovy y Ozempic, han demostrado ser efectivos en el control de la glucosa en sangre y la promoción de la pérdida de peso. Si bien estos medicamentos abordan los aspectos biológicos de la diabetes, no abordan la salud mental, especialmente la ansiedad, el estrés o el trauma, que a menudo están asociados con la diabetes y la obesidad.