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Hay lugares en el mundo que, sin importar cuánto leas sobre ellos, aún te dejarán con la boca abierta cuando los visites en persona.
Uno de esos rincones de España es Castellar de la Frontera, a tan solo 1,5 horas en coche de la ciudad de Málaga y a solo 40 minutos de Gibraltar (la mayor parte de ese tiempo intentando salir de Gibraltar). En este caso, un pequeño pueblo popular entre los habitantes de Málaga como un refugio de fin de semana para escapar del ajetreo y el bullicio, con vistas al Mediterráneo, a la vista de la costa africana, y ubicado dentro de una fortaleza.
La zona en sí misma es considerada un ‘pulmón verde’, rodeada por el Parque Natural Los Alcornocales, el más grande de la Península con más de 170,000 hectáreas. Pero esta no es la única razón por la que el pueblo de la provincia de Cádiz merece una mención especial. El casco antiguo (lo que se conoce como Castellar Viejo) está dentro de un castillo de origen árabe que data del siglo XIII. El objetivo de su construcción se basaba inicialmente en monitorear el paso estratégico del Estrecho de Gibraltar.
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Un pueblo fortificado con castillo, romance y vistas únicas
Este pueblo intrigante ofrece un viaje a través de la historia a través de sus monumentos, miradores y mirillas. Las vides y flores que decoran las fachadas, resaltan aún más su carácter andaluz. La iglesia del Salvador Divino y el callejón (conocido como Algorfa), que lo conecta con el Alcázar de los Condes de Castellar, atraen especialmente la atención de todos.
También destacan sus plazas y el romántico Balcón de los Enamorados, que se encuentra dentro de la propia fortaleza y que esconde un pequeño secreto que debes visitar para descubrir. Este escenario presenció un juramento de amor eterno que terminó con la muerte de la pareja. Pero, más allá de los cuentos al estilo de Romeo y Julieta, desde aquí es posible ver África y la Bahía de Cádiz al mismo tiempo.
Si bien hay mucho que ver y hacer en Castellar de la Frontera, la gastronomía te dará la energía para abordarlo todo. Los chicharrones, tan típicos de esta región, y las carnes de caza, especialmente el venado, destacan como un verdadero festín de la antigua Andalucía.
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