Ethel Cain Comparte Video de Nuevo Sencillo ‘Castigar’

Ethel Cain ha lanzado ‘Punish’, el primer sencillo de su próximo proyecto Perverts. Con contribuciones de Vyva Melinkolya en la guitarra barítona y lapsteel, la pista llega con un video musical dirigido por Cain y Silken Weinberg. Échale un vistazo a continuación.

“Me pregunto qué tan profunda puede ser la vergüenza, y qué tan imperdonable puede ser un acto que aún podría justificar de alguna manera retorcida para hacer más llevadero llevarlo,” dijo Cain en un comunicado. “¿Me diría a mí misma que no es mi culpa y que no podía evitarlo? ¿Alguien realmente creería eso? ¿Lo haría yo?”

El seguimiento de Preacher’s Daughter de 2022 abarca 90 minutos, pero Cain lo ha descrito como un EP en lugar de un álbum. Ella escribió, produjo y grabó entre Coraopolis, PA y Tallahassee. Sobre el proyecto, escribió:

La Consecuencia de la Audiencia

Mientras me adentraba por aquel largo bosque, no sentía nada y no era nada y estaba tranquila. Los árboles cenicientos y su plumaje moteado eran uno con los demás, curvándose y ramificándose para formar un techo por encima. Había una amplia separación entre los troncos, creando vastos corredores que se extendían en todas direcciones delante de mí, detrás de mí, a mi alrededor. ¡Oh, qué alabanza podría cantar de ese eterno crepúsculo que pasé entre esos robles! Nadie vino conmigo, nadie se cruzó en mi camino, porque estaba sola y estaba tranquila. Sin embargo, llegó el día en que los árboles se quebraron, el corredor terminó, y fui arrojada a la extensión rocosa que era la Gran Oscuridad. Allí vi por primera vez un rostro y escuché un paso, escasos y espaciados, pero ya no estaba sola. Era un acto vergonzoso llevar esas dos manos desnudas mientras se apretaban ardientemente, ahora en plena exhibición para que todos lo vieran. Nunca las había notado en el bosque, porque estaba tranquila. Aquí, la piel tensa parecía estirarse y sudar, casi brillando, como si estuviera exasperada de su propio agarre. Mientras deambulaba por la Gran Oscuridad, no había más que gris, roca estéril hasta donde alcanzaba la vista. Convertía a un transeúnte en un observador. Los vi pasar, los dedos hundidos en sus bocas abiertas desesperados por humedad, la lengua caída. Allí, en el bosque, era la observadora, pero aquí no soy más que aire desplazado. Sin embargo, dentro del agobiante trabajo de mi apatía, había escuchado la campana. El murmullo de Dios entre sus dedos doblados y húmedos despeinaba el cabello de mi nuca. Mis músculos g…

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