La remodelación mejorará la calidad de vida.

Hace cuatro años se aprobó un plan para la remodelación del puerto de Palma. En junio de este año, la Autoridad Portuaria de Baleares (APB), cuyo plan era este, tuvo un cambio de opinión. El consejo de administración desechó el plan de 2020 en favor de uno que se adaptara mejor a las operaciones portuarias al mismo tiempo que creara un entorno más amigable para el público.

Desde junio ha habido discusiones con varias partes interesadas en busca de llegar a un consenso para establecer pautas que determinen un plan revisado.

En cuanto a las operaciones portuarias, las ideas ahora incluyen concentrar los cruceros en el muelle Ponent-Paraires y trasladar las reparaciones y el mantenimiento al Dique del Oeste y al muelle Ribera de San Carlos.

Pero la parte más importante del proyecto, según el presidente de la APB, Javier Sanz, será la integración del puerto y la ciudad mediante el uso de toda el área frente a la Catedral. Esto contempla la recuperación de espacios y su conversión parcial en pequeños parques y caminos peatonales.

Sanz se refiere a la “cesión de espacios de calidad a los ciudadanos”, con esta tierra también dedicada a la escuela municipal de vela y a la nueva sede del Instituto Español de Oceanografía.

El replanteamiento, explica Sanz, está motivado por la necesidad de abordar la saturación. “La congestión compromete la competitividad de Palma como destino y afecta la rentabilidad social.” El nuevo proyecto “mejorará la calidad de vida” de residentes y visitantes y proporcionará un retorno de inversión en forma de “valor social”.

Todo el proyecto de remodelación podría tardar hasta cinco años en completarse.

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