La Universidad de Cambridge revela plan para reducir emisiones de carbono.

Los viajes aéreos en los últimos años se han vuelto cada vez más complicados, consumidores de tiempo y una gran molestia, especialmente para los ciudadanos británicos que ingresan al Área Schengen gracias al Brexit y a todos los nuevos controles de las fuerzas fronterizas y visas de entrada y salida, sin mencionar la regla de los 90 días. Y ahora, si se escucha a los científicos de la Universidad de Cambridge, volar a lugares como Mallorca podría llevar aún más tiempo.

El extenso informe, titulado Cinco años para trazar un nuevo futuro para la aviación, destaca tres “medidas de eficiencia audaces” para reducir la quema de combustible en la aviación. Estas son: Reemplazo acelerado: Aumentar la producción de aeronaves para reducir a la mitad la edad de la flota.
Volar más lento: Reducir la velocidad de vuelo en alrededor del 15%, aumentando los tiempos de vuelo transatlánticos en aproximadamente 50 minutos.
Coincidir con el rango: Asegurar que más aeronaves operen cerca de su rango de diseño mediante la introducción de nuevos tipos de aeronaves y la optimización de las prácticas de compra y operación.

El informe explica que reducir la velocidad de vuelo en alrededor del 15% y diseñar aeronaves para estas velocidades más bajas podría reducir la quema de combustible en un 5% a 7%. Una desventaja de reducir la velocidad es el posible impacto negativo en la productividad de las aerolíneas y la aceptación de los pasajeros, especialmente en vuelos más largos. Sin embargo, para un vuelo transatlántico, el tiempo de vuelo solo aumentaría alrededor de 50 minutos, lo que podría compensarse con tiempos de espera reducidos en los aeropuertos.

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El informe continúa afirmando que la reducción del impacto ambiental de la aviación también se puede lograr gestionando la demanda, como fomentar que las personas disminuyan los viajes o cambien a modos de transporte alternativos. Por ejemplo, Francia ha prohibido los vuelos en rutas con una alternativa ferroviaria de menos de 2,5 horas, reduciendo las emisiones hasta en un 95% por kilómetro de pasajero, cuando hay un tren directo disponible.

Sin embargo, solo alrededor del 7% de la quema de combustible de la aviación es regional, y solo una pequeña fracción puede ser reemplazada por ferrocarril. Solo alrededor del 10% de la población mundial ha volado alguna vez, pero con el crecimiento del tamaño de las clases medias en Asia, África y América del Sur, se espera que los viajes aéreos se dupliquen para 2050. Este crecimiento hace que sea desafiante lograr reducciones significativas de emisiones a través de la gestión de la demanda. Restringir el acceso de los mercados emergentes a los viajes aéreos sería fuertemente resistido, ya que estos países buscan las mismas oportunidades que las naciones industrializadas han disfrutado durante mucho tiempo. En los países industrializados, las restricciones significativas tendrían que centrarse en los viajeros frecuentes para obtener la aceptación pública.

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