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10 Downing Street. Crédito: Shutterstock.
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha retirado un retrato de la ex primera ministra Margaret Thatcher de la residencia oficial en el número 10 de Downing Street.
Esta decisión fue revelada por primera vez por el biógrafo de Starmer, Tom Baldwin, durante un evento en el festival de libros Aye Write de Glasgow.
El retrato, que había sido exhibido prominentemente en la antigua oficina de Thatcher, conocida informalmente como la Sala Thatcher, fue encargado por Gordon Brown en 2009. Pintado por Richard Stone, la obra de arte era única ya que fue el primer retrato de un ex primer ministro encargado específicamente para el número 10. Fue financiado por un donante anónimo y, según se informa, costó £100,000 (€118,840). Thatcher misma seleccionó las joyas y botones que llevaba en la pintura.
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La rápida decisión de Keir Starmer de retirar el retrato de Thatcher
Baldwin recordó una conversación con Starmer en la que el primer ministro reconoció la incomodidad que le producía el retrato. Baldwin recordó haber dicho: “Es un poco inquietante que te mire así, ¿no es cierto?” a lo que Starmer estuvo de acuerdo e indicó que haría retirar el retrato.
La decisión ha recibido críticas, especialmente de miembros del Partido Conservador. Greg Smith, diputado por Mid Buckinghamshire, calificó la retirada de “una completa mezquindad” y acusó a Starmer de faltar al respeto a figuras históricas. Murdo Fraser, ex candidato a liderar el Partido Conservador Escocés, hizo eco de estos sentimientos, sugiriendo que Starmer podría sentirse opacado por el legado de Thatcher.
A pesar de las críticas, Starmer ha expresado previamente respeto por la influencia de Thatcher en el Reino Unido. En un artículo para el Sunday Telegraph en diciembre pasado, reconoció su papel en llevar a cabo “cambios significativos” y la elogió por liberar el “espíritu empresarial natural” de Gran Bretaña durante su mandato.
La retirada del retrato resalta las complejidades continuas del legado de Thatcher en la política británica. Aunque sigue siendo una figura divisiva, con opiniones fuertes a favor y en contra de sus políticas, su impacto en la historia de la nación es innegable. La decisión de Starmer, ya sea vista como simbólica o práctica, probablemente seguirá provocando debate entre comentaristas políticos y el público en general.