Nancy Martiny no sabía lo que estaba haciendo cuando hizo su primer sillín. Le llevó casi un año de tardes robadas, entre la vida en el rancho, en los rodeos y criando a tres hijos en Idaho rural, para completarlo. Pero como lo hizo bajo la guía de un renombrado fabricante de sillas de montar, Dale Harwood, ese primer sillín resultó bien. Y porque era una vaquera de verdad que montaba en ese sillín mientras producía rodeos y trabajaba con el ganado, la gente confiaba en ella, a pesar de ser una mujer en un campo dominado por hombres.