Durante el fin de semana de Reyes, las playas gallegas se convirtieron en el epicentro de una lucha contra la marea de ‘pellets’ plásticos. Estas pequeñas bolitas, provenientes de contenedores que cayeron al mar en diciembre, se esparcieron por la costa gallega, desatando diversas reacciones y acciones de voluntariado para combatir esta emergencia ecológica.
El movimiento Nunca Máis, que rememora la catástrofe del Prestige, resurgió con fuerza. A diferencia de hace dos décadas, la presencia de las redes sociales ha sido crucial. Por un lado, han servido para organizar y unir esfuerzos, pero por otro, han generado caos con consejos contradictorios y vídeos de influenciadores en las playas. Desde el sábado, cientos de personas, armadas con coladores, cedazos caseros e incluso rejillas improvisadas, se han lanzado a la costa dispuestas a contribuir con la limpieza.
Estas diminutas esferas plásticas, conocidas también como “lágrimas de sirena”, se esparcen en el agua y se depositan en las playas y rocas con las mareas. Una vez allí, se entremezclan con la arena y otros elementos, afectando el hábitat de aves, bivalvos y microorganismos. Se ha identificado a la empresa polaca Bedeko Europe como la fabricante de este compuesto, ya que sacos rotulados con su nombre han aparecido en las playas, revelando que se trata de un “estabilizador UV” utilizado en la fabricación de plásticos.
La respuesta ciudadana ha sido espontánea y variada. Desde la indignación hasta la acción directa, cientos de personas se han sumado con sus propias herramientas improvisadas para ayudar en la limpieza. Sin embargo, esta situación ha resaltado la falta de coordinación entre la Xunta y el Gobierno, generando un llamado a una mejor organización y suministro de recursos para enfrentar esta emergencia ambiental.
Mientras la lucha en las playas continúa, este suceso deja en evidencia la vulnerabilidad costera ante incidentes de esta naturaleza y la necesidad de una acción rápida y efectiva para preservar el ecosistema marino.